La salida del club del presidente ejecutivo Manuel Llorente, unida a los planes de desarrollo que se ciernen sobre la Euroliga —con un más que probable cierre de la competición—, han colocado al Pamesa Valencia en una situación extremadamente difícil y ante un futuro tan incierto como preocupante. Tanto es así que el entorno de la entidad taronja, e incluso dentro de la misma, está viviendo este período de reflexión con la inquietud propia del mejor thriller televisivo.

Nadie sabe que decisiones se tomarán en los próximos días, ni que rumbo es el que tomará la nave azulejera a partir de ahora, pero lo que todos tienen claro es que en una ciudad como Valencia no puede desaparecer el baloncesto de elite. Poco parece importar en estos momentos la planificación del nuevo proyecto o los jugadores que puedan venir para la próxima temporada, ahora, cuando todo son circunstancias adversas, es mucho más relevante alzar la voz para asegurar la continuidad de un club que forma parte de la vida de muchos valencianos desde hace más de veinte años.

Por eso, la sociedad valenciana, el entorno del club y el mundo del baloncesto han querido mostrar su apoyo incondicional a la institución y, sobre todo, a su máximo accionista, Juan Roig. Todos son conscientes de que sin él el baloncesto en Valencia nunca habría llegado dónde llegó, y que tampoco sería lo que es hoy en día. Al margen de títulos, un club con el que se identifican muchos valencianos y que sienten como propio. Ese arraigo social es el que, más allá de objetivos deportivos, debe perdurar. Veintitrés años de trabajo, esfuerzo y sufrimiento, combinado con no menos éxitos y también desilusiones, no pueden desaparecer de la noche a la mañana.

Así lo entienden los seguidores que viven cada partido con el equipo, los ex jugadores que se sienten parte de la historia del club, los dirigentes de este deporte que ven en el Pamesa un ejemplo a seguir y también las instituciones, que saben que sin el equipo taronja no sólo La Fonteta se quedará huérfana, también lo hará el corazón de buena parte de la sociedad a la que ellos deben servir.

Apoyo a otros clubes

Una muestra de la simbiosis azulejera con la sociedad valenciana es el apoyo que siempre ha brindado a otros clubes con menos posibilidades. El último ejemplo llega de la mano del Gandia Bàsquet —al margen de cederle jugadores—, que en su campus de verano podrá contar con la presencia de dos jugadores del Pamesa Valencia, Víctor Claver y Rafa Martínez.