Hannah Frenchick, de West Virginia, se encontraba de visita en el Patara Elephant Farm, una granja de elefantes en Chiang Mai, Tailandia, cuando fue testigo de primera mano de lo que el amor de un elefante bebé puede causar.

La mujer, que vestía un chubasquero de plástico de color morado -imaginamos, por la lluvia- terminó rebozada en el barro cuando una cría de elefante que rondaba la zona embistió a Frenchick aprovechando que ésta estaba sentada en el suelo.

Tras la embestida, toda una demostración de mimos, caricias y abrazos que hacen pensar que las crías de elefante son como grandes cachorros de perro ¡pero de más de 100 kilos!