Enhorabuena para Unai Emery. Él apostó por Banega. Y no solo el domingo pasado. Ya dijo la neurona preguntona hace unos días que a lo mejor los ocho o nueve millones que daba el Stuttgart por Banega podían parecernos pocos en un tiempo, y no digo que ahora nos parezcan pocos —en solo un partido no puede cambiar tanto la cosa... tal vez en dos pero no en uno— digo que seguramente ahora no lo venderíamos.

Sí, hoy voy a escribir sobre Banega. Otra vez. Voy a defender al argentino de un peligro que le acecha sin que él no se haya enterado —fundamentalmente porque el tipo va a su bola—. En estos momentos el de medio centro organizador es el puesto más mirado en el Valencia. Todos somos conscientes de la falta que le hace al equipo y no es necesario volver a enumerar los muchos jugadores fichados y el demasiado dinero tirado a la basura para que finalmente termine jugando Baraja casi con un ´gallato´ —dicho esto con todos los respetos—. Admitámoslo, todos y cada uno de los que ayer vimos al Valencia sometimos a Banega a un juicio sumarísimo. Cuanto hizo el argentino fue mirado con lupa, analizado y debatido convenientemente, y yo lo que quiero decir es que eso no es plan.

«Le falta algo de dinamismo» decía uno, «es un pelín lento», se escuchaba más allá. O aquello de que le falta fuerza física y que no tiene disparo a gol. Sinceramente creo que todas son afirmaciones ciertas pero peligrosas por lo que dicen y lo que quieren decir. Quiero decir que dejemos de jugar a ser ´Rafa Benítez´ o ´Wenger´ y sobre todo, dejemos de jugar a comparar con Baraja a todo aquel que se ponga a organizar el juego del Valecia. Primero porque Baraja ha sido mucho Baraja, y segundo porque no sé si han caído en la cuenta, pero si Banega tuviera más dinamismo sería Xavi, si fuera más eléctrico sería Iniesta, si tuviera más fuerza física sería Gerrard y si tuviera disparo a gol sería Lampard. Y créanme, es imposible que Banega sea Xavi, Iniesta, Gerrard, Lampard y Baraja a la vez. Banega es Banega.