Definitivamente se me va la fuerza por la boca sin poderlo remediar—porque ya no vivo siempre pendiente de tu pelo—. Definitivamente estoy hecho una abuela; vuelvo a coincidir con Unai Emery. Es por lo de Vicente Guaita. Mi menda lerenda era de los que pensaba que era un error, que lo mejor para el chaval y para el Valencia era que jugara 35 partidos más en otro equipo, de primera o segunda división. Ha pasado el tiempo y no lo tengo tan claro. Ha pasado el tiempo y hasta le doy la razón al entrenador después de saber de buena tinta que el portero de Torrent no viene a hacer bulto, viene a competir y, lo más importante, Vicente Guaita viene a comerse a Moyà y a César.

Es complicado —no imposible, obviamente—, pero me he dado cuenta de que lo que necesita el entrenador es precisamente lo que ofrece Vicente Guaita, entrega, ilusión, capacidad, trabajo y, sobre todo, hambre, mucha hambre. Guaita lo ha pasado mal porque desde que comenzó a tocar el primer equipo el Valencia ha fichado a Renan, a César y a Moyà. Guaita lo ha pasado mal porque le llegó la oportunidad de ser portero del Valencia, no le acompañó la suerte y tuvo que buscarse las habichuelas en Huelva. Ahora regresa más maduro, regresa como portero menos goleado de segunda división y, sobre todo, regresa con la lección aprendida.

Si lo analizas detenidamente, es bajo estos parámetros como el Valencia puede ser más competitivo a pesar de tener jugadores digamos menos mediáticos. Guaita viene a ponerle las pilas a César y a Moyà y, en definitiva, a ponerle las pilas a todos y cada uno de los jugadores del equipo, porque él quiere ser el portero titular del Valencia. Me da la impresión de que ha empezado la carrera para sustituir al incombustible César, que ojalá no se apague nunca y de eso el gran beneficiado es el equipo. Emery tiene razón.