Creo que nunca he estado tan tranquilo viendo un partido del Valencia en la Cueva de Alí Babá y los cuarenta ladrones. No digo que no albergara una esperanza de ganar el partido y tampoco voy a negar que a lo largo del día más de una vez se me ha pasado por la cabeza la posibilidad de meterles la goma, pero siempre, —y aunque entiendo que no me crean—, con los pies en el suelo y al más puro estilo de la vida es sueño y los sueños, sueños son.

Lo que hay que hacer

Y eso que el partido se puso de cara por momentos, porque el equipo estuvo serio y porque el Madrid en la primera parte no apretó en exceso salvo la vez que Khedira se plantó ante Guaita que salvo algunos balones que incomprensiblemente se le escaparon de las manos, estuvo a un excelente nivel. El canterano salvó al equipo en más de una ocasión haciendo eso que tiene que hacer un portero, mantener a su equipo en el partido.

Autoexpulsado

Y mientras escribo esto oigo a Rovira decir en Ràdio 9 que él y Folgado han escuchado en la sala de de la Cueva de Alí Babá que lo de Albelda fue «autoexpulsión». Sí, amigos, los periodistas de por allí dicen que Albelda se autoexpulsó y se quedan tan tranquilos, prueba inequívoca de qué les interesa a ellos cuando de por medio andan los galácticos. Después, a lo largo de todo el año, te dicen lo buen equipo que eres porque les interesa que el Valencia sea dócil... y sobre todo que pierda en el Bernabéu.

No es mi versión

No sé ustedes, pero esa no es la versión del Valencia que más quiero yo. Por eso le doy la enhorabuena a Llorente, a Albelda y a Unai Emery. Cuando te roban un partido de manera tan inteligente como te lo robaron ayer, hay que denunciarlo. Y punto. No hay más. En la meseta dirán que somos llorones, pero a estas alturas me parece que ya estamos, afortunadamente, curados de espanto. Ya se sabe, nos acusarán de llorones los que se han pasado toda la semana llorando del arbitraje en Barcelona después de que el Barça les diera un baño. Y nos acusan de faltar el respeto los más asquerosamente irrespetuosos. De todo esto la conclusión es que por allí no son demasiado inteligentes, porque el balón no le da en el brazo... Y viendo como se ve tan claramente que el balón no da en el brazo de Albelda, ¿qué lleva a una persona con dos ojos a decir que Albelda se autoexpulsa? La respuesta a esta pregunta es que el virus del madridismo es más peligroso de lo que yo mismo imaginaba. Y mira que se ve, se lee y se escucha a cada impresentable por ahí...

Cumpleaños

No sé por qué me extraño, pero lo cierto es que no termino de acostumbrarme por más que estaba convencido de que Pérez Lasa nos iba a pegar el palo, pero uno ve las dos cartulinas amarillas que le sacaron a Albelda y lo que piensa es que no me arrepiento de ninguna de las portadas que hemos hecho esta semana. Lo que más me jode es que había previsto dedicarle esta columna de opinión a mi hermana María que hoy cumple años... —no me acuerdo de cuantos, pero cumple seguro—. María, agradéceselo a Pérez Lasa y a toda la corte de pelotas de la meseta.