Creo que lo he dicho muchas veces —y puede que demasiadas— pero hoy lo voy a decir otra vez; no soy del Levante, soy del Valencia. La última vez que el Valencia jugó en el campo del Levante disfruté como lo que soy —un enano que no llega a 1,60— con la victoria por 1-5 en el Ciutat de Valencia. Soy del Valencia y ni puedo ni quiero evitarlo.

Soy del Valencia pero no soy un loco vengativo sanguinario. Cuenta la leyenda, era pequeño y no lo recuerdo, que cuando el Valencia bajó a Segunda hubo aficionados granotas que escenificaron un entierro de los ´xotos´. Un tipo que se pasa el día burlándose del Real Madrid tiene que asumir que se burlen de su equipo porque es lo que hay. Sí recuerdo perfectamente que, cuando al Valencia le tocaron la carita en Karlsruhe, hasta montaron una peña levantinista con ese nombre. Y no tengo más remedio que entenderlo otra vez porque «aprende inglés hello goodbye, tanto tienes tanto vales, es lo que hay». Tengo colegas del Levante de los que me burlo a menudo, pero también tengo cierta facilidad para captar sensibilidades. Lo digo con el corazón en la mano, hoy no me apetece. De hecho, hoy me solidarizo con los granotas, con los que son amigos y con los que ni siquiera conozco. Y lo hago porque no me gusta que el Levante haya pagado los platos rotos de la penúltima estupidez de Mou alimentada por sus cavernarios. Y sobre todo, no me gusta que Mou diga en rueda de prensa sus jugadores le pidieron no viajar el cinco de enero —día de Reyes— si ganaban 4-0 y que él, «en broma» les dijo que si ganaban 6-0 podrían pasar la noche de Reyes en casa y viajar el seis, el día de la vuelta en Valencia. Hubo quien hasta hizo chistes. ¿De verdad no valía con 4-0?

El Madrid se ensañó con el pequeño para solucionar sus males porque como club más grande del mundo que dicen que es, no sabe cómo reducir las enormes distancias futbolísticas que tiene con el Barça. Y ese, se pongan como se pongan, es el origen de todos sus problemas. Ale, «Bon Nadal a tots i AMUNT!».