Me da verdadero pánico escribir esto, pero es lo que pienso y no tengo más remedio que echarme al monte y contarlo. Me da pánico porque lo mismo el jueves próximo tengo que estrujar la neurona hasta límites insospechados y así lograr justificar aunque sea mínimamente uno más de mis demasiados atrevimientos, pero como ya sabrán, a atrevido pocos me ganan, así que lo digo y punto.

El caso es que el partido de mañana es algo más que un partido y en juego mucho más que tres puntos. El partido es algo así como la piedra de toque que nos dará la verdadera medida del Valencia. Y ante todo el mundo. Como siempre que nos enfrentamos al Barcelona me sabe mal saber que tenemos a favor el aliento de todos los madridistas, pero por una vez y sin que sirva de precedente, bienvenido sea todo apoyo porque la aventura no tiene parangón. Es un partido que nos puede decir cuánto pesa de verdad el Valencia y por lo tanto, nos puede decir si todas las gilipolleces que un tipo como yo ha escrito últimamente no son más que eso, gilipolleces para rellenar un pedazo de papel.

A pesar de la escandalosamente escandalosa goleada que le metió el Barcelona a Osasuna, el universo futbolero sabe que el Valencia puede plantarle cara a Guardiola y los suyos, y por ello estará muy pendiente de lo que pase mañana en Mestalla, pero hay una cosa en la que ya vamos ganando; el Barcelona nos respeta... Y eso, aunque pueda parecer un arma de doble filo, si lo piensas bien, puede llegar a ser mucho porque del respeto al temor solo hay un paso, y que el Barça lo dé, depende de nosotros... ¡Espartanos, todos a Mestalla!

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