Mil cuatrocientos noventa y un partidos oficiales con el Valencia son muchos. Tantos, que me hicieron reflexionar sobre el privilegio que algunas veces supone ser periodista. Comer para hablar de fútbol con unos tipos que entre los cuatro han jugado mil cuatrocientos noventa y un partidos oficiales con el Valencia —he tratado de sumar los partidos oficiales que habrán jugado entre los cuatro contando los de selección española y los de otros equipos, pero solo de pensarlo me ha dado pereza— no es algo que uno pueda hacer cada semana. Ni cada mes. De hecho yo no lo había hecho jamás. La verdad, me equivocaría otra vez.

Come y calla

Camino del restaurante La Nicoleta le daba vueltas a esta situación y como soy muy dado a meter la pata, una vez en la mesa me dediqué a comer, beber algo de cerveza, y sobre todo, ver, oir y callar. Y tratar de aprender de Robert Fernández, Juan Cruz Sol, Ricardo Arias y de Santiago Cañizares. Llegó la hora del periodista y pregunté a todos. De repente, Cañizares, habló de «espíritu» y le dije a mi neurona preguntona «esta es la mía». Creía que le hacía a Cañizares la pregunta de las preguntas —y que su respuesta rozaría el apoteosis— cuando le dije si ante el Real Madrid el Valencia tenía que buscar el espíritu que tuvieron equipos del pasado, como aquel en el que él fue protagonista y que ganó Ligas ante el Madrid de Zidane y compañía. Esperaba la respuesta más jugosa que podía imaginar pero Santi ni se inmutó. Parece que lo de la épica solo va conmigo y con todos los que tantas veces hemos soñado con ganarle al Madrid y con los que tantas veces hemos disfrutado con sus derrotas —así recargamos baterías durante años— . Él, Robert, Arias o Sol, procesan las cosas a ras de césped, y quizás por eso habló sencilla y claramente. Pero muy profundo: «Pedir que el Valencia apele al espíritu de equipos de otras temporadas es una tontería. Es un poco divagar… Lo que yo creo es que el Valencia tiene que apelar a su propio espíritu. Este equipo tiene su propio espíritu y lo ha demostrado durante algunos partidos de esta temporada, y ese espíritu es el que tiene que buscar. Si lo encuentra, el Valencia es un equipo muy difícil de batir». Y lo que parecía una respuesta/ostia a mi pregunta, —por aquello de que a los periodistas nos sienta muy mal que nos retruquen cuando preguntamos—, se convirtió en una inyección de moral sin precedentes. Delante de mi había cuatro tipos con el culo más pelado que el de un madril en pleno mes de agosto en la sabana africana, y me estaban diciendo que es posible ganarle al Madrid con argumentos futbolísticos y no solo echando mano de la épica y una poca de suerte.

Poeta de bragueta

Probablemente alguien con mayores conocimientos futbolísticos que yo sería capaz de resumir sus palabras —las de Robert, Sol, Cañizares y Arias— en cuatro ideas para que el personal las entienda, pero no es el caso. Si acaso, decir que me siento muy cómodo con el papel de débil que nos dan el 3-6 de la temporada pasada y el excelente momento de juego por el que pasa el equipo de Mou. Incluso añado que aunque sea por un día, he de ser mínimamente coherente y escribir sin dudar que la victoria es complicada, que mejor nos agazapamos atrás para dar zarpazos porque en un combate de golpes directos tenemos poco que hacer. Ellos tienen más pegada. De momento, como los Celtas Cortos, sigo con mis canciones y mi neurona preguntona con sus sueños, pero si tuviera que elegir una canción, o unos versos que ahora están de moda, pondría unos de Kutxi Romero que estará mañana por Valencia. Este sábado, ´León manso come mierda...´. Que ruja la senyera, que ruja Mestalla. Bienvenidos a nuestro secadero.

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