Parece de ahora, pero viene de lejos. Viene incluso de cada entrenamiento de la temporada pasada, de esos en los que todo el mundo sabía que no iba a estar entre los elegidos. Ni siquiera cuando Emery hacía convocatorias comunales de esas en las que entran todos aunque finalmente algunos ni siquiera se vistan de corto. Pues en esos días, también crecía Feghouli. O al menos a ojos de aquellos que más de cerca viven el día a día del Valencia y, por qué no decirlo, a ojos de aquellos que más entienden, por mucho que nos duela admitirlo a los que pensamos que sabemos de fútbol. Feghouli crecía ante nuestras narices de periodistas y nosotros no nos enterábamos. Y como por mucho internet, por mucho twitter y por mucho invento moderno que haya, al final los perioidistas seguimos siendo los ojos de los aficionados, del crecimiento de Feghouli tampoco supieron nada los valencianistas la temporada pasada.

En este sentido, ayudaron poco los seis meses que el francés de origen argelino estuvo cedido en el Almería. Sin tapujos: Feghouli es un crío y allí se agrandó. A Valencia las noticias que llegaron fueron las de un jugador que se implicó poco, se bajó del barco pronto y hasta se negó a viajar en autobús al Bernabéu cuando los almerienses ya habían perdido la categoría. De eso también aprendió. Le vio las orejas al lobo. En Valencia no es nadie si no corre como el que más y lo aplica sobre el terreno de juego. No hay más que verlo. A estas alturas, no hay duda de que, contra todo pronóstico, le ha quitado el puesto a Pablo. Y es contra todo pronóstico porque los periodistas no supimos ver lo que alguien que lo conoce bien sí vio desde el primer momento: «Cuando llegó, en los entrenamientos, a pesar de que sabíamos que estaba verde y que le faltaban cosas para ser un jugador que pudiera aportar algo a un equipo como el Valencia, siempre dejaba algo positivo. Siempre decías aquello de ´¿has visto eso?´».

Tratar de predecir dónde llegará Feghouli es una tontería porque apenas ha jugado cinco partidos de titular con el Valencia y todavía no se ha despojado de una ansiedad lógica que a menudo propicia fallos corregibles con el poso que dan el paso de los partidos, pero algunas ideas sí se pueden aventurar.

Como todo futbolista criado en Francia, Feghouli no se arruga, mete el pie siempre y va con fuerza al cuerpo a cuerpo. Está acostumbrado de toda la vida a competir con chavales mayores y no tiene miedo. Eso le hace ser un futbolista competitivo sobre el terreno de juego. Fuera es desconfiado y sólo piensa en ganarse el puesto en el equipo. No espera nada, como si nada le quedara ya. Hasta dicen, que Unai Emery presume de él porque siente que lo ha parido, y si lo piensa… ¿quién le va a decir lo contrario?

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