A Roberto Iniesta pongo por testigo de que jamás volveré a pedirle a Diego Alves que salga en las jugadas a balón parado. Tenemos al mejor portero del mundo bajo palos pero le pedimos que salga de puños, el tipo se presiona y dejamos de tener el mejor portero del mundo bajo palos para tener un buen portero que de vez en cuando saca la guitarra. Que se quede en la línea de cal y que sólo salga cuando vea que no tiene más remedio; así es mejor, para él y para el Valencia. Como en Santander, evitó la derrota pero propició el empate. Si estamos vivos es por el brasileño, más allá de la salida en falso en un saque de esquina que permitió empatar a Puyol.

Grandes jugadores

Dicen los grandes jugadores que partidos como el de anoche es de esos que molan jugar, quizás por eso Emery todavía no se ha dado cuenta de que estar entre los once elegidos en una semifinal de Copa ante el Barcelona en un Mestalla a reventar es una cuestión de merecimiento. Está bien eso de analizar las características del rival y hasta se le permite —no es para menos después de cuatro temporadas haciéndolo— eso de que imagine los partidos tumbado en la cama de su casa en medio de profundas y sesudas reflexiones que le hacen optar por las características de uno o de otro, pero de una vez por todas alguien tendrá que decirle que las alineaciones tienen que ver con los merecimientos primero y después con lo que puedes hacer para sorprender al rival. ¡Que todos los días no es domingo! Desde este punto de partida, nadie va a discutir a Guardiola que ayer dejase al brasileño Alves en el banquillo para poner en el lateral a Puyol y que se las viera con Jordi Alba y Mathieu, porque el gran beneficiado de esa decisión fue Mascherano, un futbolista al que no se le discute haberse ganado el puesto para un choque como el de ayer, pero ¿todos los que eligió Emery habían hecho méritos suficientes? Mira por donde, a lo mejor el poco inteligente Sergio Ramos tenía razón... Que le pregunten a Mourinho.

La gran locura

Para locos cuerdos como yo se inventó el fútbol. Un deporte en el que la locura convive con la pasión, si acaso no son lo mismo, porque no hay mayor locura que comprobar que el Valencia tiene la eliminatoria al alcance de la mano porque se va para Barcelona con un resultado más que interesante. Y sobre todo, con la constatación en primera persona de que, más allá de que ayer los de Guardiola tuvieron opciones de sentenciar incluso la eliminatoria, no son lo que fueron. Sobre todo porque cada día parece más evidente que poco a poco se van saciando. Cierto que en casa ganan por pura inercia, pero en medio de esta sinrazón, ¿y si fuera este el maldito partido que Emery nunca ha ganado? Después de lo de ayer, no apostaría lo contrario.

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