Alguien dijo una vez que todas las decepciones coperas que la afición del Valencia se ha llevado en las últimas temporadas no eran más que una venganza por aquella Copa que algunos sectores del valencianismo no quisieron celebrar por estar en medio de la mayor de las guerras internas que uno recuerda. Aunque mi mujer se descojone cada vez que se lo digo, creo que en el fondo soy un romántico blandengue que escribe de Roberto Iniesta y de Loquillo para aparentar lo que no soy y que me escondo detrás de una guitarra para ocultar que en realidad me espatarro cada vez que mi equipo de fútbol acaricia una gesta. Será por eso que se me llena la boca poniéndome en el papel de rebelde que grita al mundo que «ninguna bandera me pone la carne de gallina», pero la realidad es que en la intimidad se me humedecen los ojos de recordar el gol de Mendieta en la final de Sevilla. ¡Si hasta se me caen las bragas al suelo al verlo ahora montado en un autobús invitándome al partido del Camp Nou! Ando enfrascado en una aventura que me impide estar físicamente en Barcelona mañana, pero mi alma, libre al sol y al viento, vive estos días en la carretera dentro de un autobús conducido por un tipo que me regaló una de las noches más felices de mi vida. Sé perfectamente que aunque lo estoy intentando, lo de romántico no cuela porque ´sóc mes animal que un carro volcat´ y capaz de definir en cuatro letras ´arrejuntadas´ al patético Rosell, que hasta para quejarse de los árbitros hace cara de poco listo —es en el fondo un aspirante a Mourinho—. Y aunque me lo permitan y hasta me paguen por ello, hoy no desperdiciaré este pedazo de papel en hablar del empalagoso discurso de Guardiola con su doble verdad y también sus dobles/gordas mentiras. Tampoco malgastaré mi aliento con los de la Caverna barcelonista, que la hay, y capaz de esconder las noches de farra de algunos jugadores al tiempo que nos cuentan en capítulos hagiográficos su obra y milagros mientras, por ejemplo, Messi se cansa de dar entrevistas a revistas extranjeras —no sé si a tocateja— y por aquí no dice ni ´mu´... Casi mejor, porque «hablar pa ná, es tontería». Ya digo que romántico no, pero no tengo más que admitir que sólo de pensar que eliminamos al Barcelona me pongo tontorrón y me viene a la cabeza una de esas letras chulas del Rulo y le canto a la Copa del Rey que «hace tiempo prometí escribirte una canción, como siempre mal y tarde, la tienes aquí. Sabes bien cómo soy, que no suelo mentir, siempre que lo hice fue por verte sonreír...». Desde luego, ¡qué cursi me pongo a veces! Como no ganemos mañana...

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