Definitivamente en Barcelona viven en otro mundo; —o los que vivimos en otro mundo somos los de Valencia, no lo descarto—. Resulta que todavía no ha finalizado el mes de febrero y por allí andan como locos porque Guardiola no ha renovado... Aquí tenemos un entrenador que sabe que la temporada pasada estuvieron a punto de fichar a otro —el que sea, Luis García o el del Getafe, el que sea...— y él sigue como si nada, es decir, sigue sin tener salero en sala de prensa, —no reta al mundo como Mourinho ni tampoco cuenta teorías filosóficas sobre la vida, el fútbol y las maneras de convencer al balón para llegar a la victoria—, y sigue cometiendo algunos de los errores que le han hecho famoso desde que llegó. Cierto también que no hace doscientos cambios por partido, pero tan cierto como que sigue tan solo como el primer día. O al menos tan solo como el primer día en que llegó Llorente, que prefiere que se queme el entrenador a su suerte al tiempo que admite en una entrevista —al compañero Cayetano Ros de El País— que a los entrenadores les saca la sangre. Y según cuentan últimamente, no solo a los entrenadores. Y ciertamente algo debe pasar con Emery cuando Tino Costa —¡grande Dani Meroño que lo pilló!— le dice a Soldado que es un «alcahuete» y el entrenador se la tiene que comer porque sabe que por mucho que diga o haga, al final Llorente terminará renovando a Miguel y el director deportivo defendiendo al argentino por encima de todas las cosas. Algo debe estar pasando con Emery cuando pide un portero y un centrocampista y casi se lo toman a risa y encima sale en sala de prensa y ni se queja ni pide lámparas ni sofás al tiempo que el presidente todavía no ha dicho ´esta boca es mía´ desde la manita del Camp Nou. ¿Qué le va a pasar a Emery? Pues que tiene toda la pinta que está hasta el gorro. La pregunta es si le queda mucho antes de su última entrevista con el vampiro.

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