Hay una situación que me tiene con la mosca detrás de la oreja. Tiene que ver con eso de que la cosa «va medianamente bien» a pesar de que el equipo no arranca y sobre todo tiene que ver con que lo dice el portavoz del club de fútbol que despide al director deportivo, ficha a un jugador en el mercado invernal y ha tenido que ratificar a su entrenador dos veces por semana el último mes; sin duda, todos síntomas de que la cosa no va bien y que la planificación va a salto de mata.

Uno tiene la sensación de que es como si muerto el director deportivo se terminara la rabia, y eso que a nadie se le escapa que tirar a un director deportivo es lo correcto si no crees en él pero no te va a solucionar el problema inmediato que tienes en el equipo. Y por mucho que el personal se alegre de que se carguen a uno o a otro, la realidad es que el equipo no gana partidos. Quiero decir que aunque estemos saciados, seguimos teniendo un problema y debemos exigir a los jugadores, al entrenador y al presidente que lo solucionen. De lo contrario, lo que ahora es enfado y decepción, puede convertirse en un drama. Estamos a tiempo de todo, pero para ello no bajemos el listón de la exigencia; de «medianamente bien» nada de nada. Con esto no trato de echarle a la gente encima a los que mandan, trato de que mantengamos la tensión y la exigencia en torno al equipo, que la transformemos en apoyo incondicional cuando más lo necesite y que sobre todo no caigamos en el pasotismo. Luchemos para que nos sigan doliendo las derrotas... y los empates. Lo otro es la muerte.