Lo admito sin rubor alguno; con el caso Otamendi he cambiado de opinión bastantes veces. Y no solo lo admito, además, reclamo públicamente mi derecho a cambiar de opinión cuando me dé la gana y cuando lo considere oportuno. Y reclamo también mi derecho a no ser más cerrado que una piña -debajo del mar- y encabezonarme durante días a la espera de que mucho tiempo después pueda decir aquello que tanto nos gusta decir a los periodistas: «¿Ven? yo ya dije que esto y lo otro y además también dije lo de más allá...». Miren, bastante tengo con tratar de ser coherente conmigo mismo cada día y con que me soporten mi mujer y mis hijas, como para intentar que lo que dije hace dos meses sea parecido a lo que diga dentro de unas semanas...me conozco y eso es imposible. El caso es que con Otamendi he pasado de no querer saber nada de él y que si no viene un equipo y pone 50 millones lo dejen en la grada, a que si de alguna manera da una explicación haría aquello de ´pelillos a la mar´. Pues bien, ahora mismo me conformo con que rinda en el terreno de juego porque ahí es donde deben hablar los futbolistas, que la cosa del amor eterno la dejamos para nosotros. Y dejando claro que creo que Otamendi, o al menos su agente, no ha gestionado nada bien el asunto, no me olvido de cómo se ha portado el futbolista cuando ha tenido que ejercer de futbolista. ¡UN DIEZ! Llegados a este punto, tratando de ser utilitarista y sin querer ir más allá de lo que tenemos en los morros -cada día me gusta eso del día a día-, que Otamendi juegue la previa de la Champions y que ayude al Valencia a que se clasifique. Luego ya veremos. Aunque todo este lavado de cara de Otamendi solo es posible bajo una premisa; se queda en el Valencia quien se quiera quedar. El que no quiera, ´carretera i manta´. Para explicarlo en otras palabras; a Otamendi le perdonaría cada día, pero al que ha motando este lío y lo ha asesorado malamente, -a su agente quiero decir-, no lo perdonaría jamás. Otamendi vestido de futbolista me representa, defiende mis intereses y me ayuda a ganar partidos. Con él puedes ir a la guerra sin miedo porque no te va a fallar. Su representante defiende otra cosa, que aunque es lícito, no me gusta. Si acaso, al agente que lo defiendan otros, concretamente aquellos que le calentaron el morro no sé a cuento de qué ni a beneficio de quién. Del Valencia desde luego que no.