La verdad es que no suelo hacer quinielas, pero en las pocas que he hecho en mi vida, jamás he apostado a la derrota del Valencia. Mi rutina es clara, en casa victoria y fuera de casa empate o victoria forastera. Con el tiempo he llegado a pensar que tal vez sea esa una de las causas de que recién superados los cuarenta tenga que seguir trabajando cada día, pero tampoco me preocupa porque no es más rico quién más tiene. El caso es que este fin de semana intentaré sellar una quiniela y hay una cosa en la que no tengo ninguna duda, volveré a poner un UNO fijo en la casilla delValencia. Ya sé que ahora la gente joven está más en el asunto de las apuestas al momento, lo que por otra parte es una prueba más de que me hago mayor, pero uno es más reacio a según que cosas de lo que parece. Todo esto lo decía porque estoy hasta las narices de escribir sobre Nuno y las movidas de siempre y no veo el momento en que llegue el sábado por la noche para ganar 3-0. ¡Por fin!

Precios relativos, depende de quién compra

Dice un periódico italiano que el presidente del Nápoles se ha emperrado en Parejo y que está dispuesto a pagar veinte millones por él... Daré mi opinión al respecto. Pagamos 25 por Enzo y Danilo Barbos vale 15, y ninguno de los dos ha demostrado que debe jugar por delante de Parejo, por lo tanto, en el caso de que hubiera que vender a Parejo, el precio sería infinitamente superior a 20 millones porque en estos momentos, es imprescindible. La experiencia nos dice que fichar a alguien mejor que Parejo vale más.

Amanece cada mañana, los siete días de la semana

No he podido evitar terminar las cuatro letras ´arrejuntadas´ de hoy con el último párrafo de una carta que he leído en la web de SUPERDEPORTE que me ha tocado la patata. La escribe el marido de una de las fallecidas en la sala Bataclan de París. Va dedicada a los terroristas: «Somos dos, mi hijo y yo, pero somos más fuertes que todos los ejércitos del mundo. No tengo más tiempo para dedicaros, debo reunirme con Melvil, que se despierta de su siesta. Tiene 17 meses apenas, va a tomar su merienda como todos los días, después vamos a jugar como todos los días, y toda su vida este niño os hará la ofensa de ser feliz y libre. No, tampoco tendréis su odio».

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