Decía Albelda el otro día que si Neville todavía sigue de entrenador del Valencia es porque no siente o no sabe qué es este equipo. Y no se me ocurre mejor forma de explicarlo. Si este hombre fuera consciente de lo que está haciendo sufrir a la gente, se habría marchado ya a su casa. Hasta hace poco pensaba que Gary no era el principal culpable -y lo sigo pensando- pero que tampoco es la solución, pero pasa que cuando uno llega para solucionar un problema y es incapaz de solucionarlo, si no se marcha, termina siendo parte del problema o el problema en sí mismo. Neville insiste en quedarse porque Mestalla todavía no le ha dicho que se marche, o eso dijo tras perder ante el Sporting, pues quédate tranquilo Gary, que lo vas a escuchar en castellano, valenciano, inglés y hasta el latín si hace falta. Y no porque yo lo pida, lo pides tú... Dicho esto, vamos con los futbolistas. Negredo es un ´ex´, y con esto quiero decir un ´ex futbolista´. Zahibo no tiene nivel, André Gomes tiene muchas facultades pero se ha subido a la parra y hace la guerra por su cuenta hasta el punto que piensa más en él que en el equipo. Mustafi está hasta las narices y quiere marcharse, y todo lo que sea comparar a Abdennour con Otamendi es una broma de mal gusto, casi tanto como elegir a Siqueira como titular por delante de Gayà. Barragán solo vale para el Valencia si está en su mejor nivel, y ojo, en defensa. En ataque no vale de ninguna de las maneras. Parejo no se esconde pero conforme se empina la carretera me temo que menos vale para la causa. Mola mucho ver galopar a Rodrigo pero no marca un gol ni por error, y Santi Mina está más verde que la bajoqueta que tuve que comprar de urgencia el otro día para hacer la paella. Llegados a este punto, veo unas palabras de Ayala, ese que se fue al Villarreal y quiso irse al Real Meseta, pero que cada vez que vistió la camiseta del Valencia honró el escudo y se dejó los melones en cada partido: «Solo quería ver la rebeldía de alguien a quien hace unos días le dieron un terrible cachetazo futbolístico». Él también se quedó con las ganas...

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