En una especie brindis a la justicia poética Peter Lim no tuvo más remedio que presenciar ante sus propias narices en qué ha quedado el Valencia desde que él decidió prescindir de profesionales del fútbol y fiarlo todo a sus caprichos. Y encima, quien le muestra al señor propietario del Valencia dónde está su proyecto en estos momentos es el Villarreal, que de alguna manera, es la antítesis de lo que hasta ahora ha hecho Lim, es decir, el dinero gastado con criterio y la gestión coherente como motor del proyecto. Sé que es pronto para medir a Lim, que lleva dos temporadas y una ha sido un éxito y la otra un fracaso, y sé que con Fernando Roig al frente el Villarreal se fue a segunda división hace unos años, pero el deterioro del proyecto y las causas del ‘fracaso Lim’ son tan evidentes, que es difícil evitar la comparación, porque una cosa es equivocarse y otra hacer lo que ha hecho el Valencia. Mientras veía al Villarreal quitarse de encima al Valencia sin despeinarse pensaba en que puestos a perder, que al menos la derrota duela y sirva como punto de partida para un cambio de verdad, pero permítanme que en estos momentos lo dude. No tengo ánimo para creer en palabras ni discursos grandilocuentes, solo creo en hechos. No queda otra que esperar a ver qué decisiones toma en las próximas semanas para a partir de ahí calibrar hacia dónde quiere ir. De por medio la gran decisión; el entrenador de la próxima temporada. De Ayestaran queda que mientras el equipo no tuvo más remedio que enchufarse porque obligaba la clasificación, supo manejar la situación. Cuando la matemática dijo que ya no había posibilidades de descender a segunda división, los jugadores que dicen estar con él levantaron el pie y volvieron a las andadas, cosa que deja en mal lugar al propio Ayestaran como gestor o motivador del grupo y complica, en mi opinión, su continuidad. De los jugadores no quiero decir nada porque ya se sabe, si se les critica, se enfadan...pues nada, ¡enhorabuena chavales, el año que viene más!

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