Ha sido seleccionador de Italia en un Mundial y una Eurocopa y supongo que eso debe pesar porque la Azurra es mucho para los italianos, y como aquí, el fútbol allí es una religión. Digo esto a efectos de la presión que tenía sobre sus espaldas Cesare Prandelli y la que no sé si sabe que tiene ahora. Si han leído las primeras páginas del periódico antes de llegar a esta última, supongo que habrán visto que el entrenador del Valencia estuvo ayer en SUPER. Ya saben que soy facilón a más no poder, y para que se hagan una idea escribo esto subido en la palmera. Prandelli gana y mucho en la distancia corta. Lo siento si me estás leyendo y sientes envidia, o lo que te dé la gana sentir que en tu derecho estas, pero el oficio de periodista a veces te permite estas cosas. ¿Significa esto que es buen entrenador? Pues lógicamente no, de hecho, no les hago a ustedes tan simples como para tratar de convencerles de que Prandelli va a triunfar en el Valencia porque ha venido a SUPER y me ha parecido un tipo majo. Sé que no tiene que molar, tiene que ganar partidos, pero lo que he visto me ha sorprendido para bien.

Tiene la mirada limpia y las ideas claras y no va de inventor del fútbol por la vida. Pues eso, que ha venido el entrenador del Valencia de visita y yo quería hablarle de los valencianistas, quería decirle que por mucha presión que sintiera sobre sus espaldas cuando entrenaba a Italia, es poca comparado con lo mucho que le necesitan ahora los valencianistas. Quería decirle que para la mayoría de ellos él es su última esperanza, que le han recibido con los brazos abiertos como reciben a cada entrenador que llega nuevo al Valencia pero que con él es diferente porque ya no saben en quién confiar. Quería decirle que esperan de él que como Ranieri, saque al equipo de abajo y lo haga campeón, que si lo hace le entregarán todo y que haga caso del General Romano cuando le dijo que Valencia vive por y para el fútbol las 24 horas del día porque es verdad, y que cuestiones que en otros sitios pasan desapercibidas en el Valencia son de vida o muerte pero que esa es precisamente la grandeza de este club, que sus aficionados lo quieren con tanta locura que muchas veces son incapaces de encontrar el término medio, prueba irrefutable de que no siempre ahí está la virtud. Pero llegó Cesare, me tendió la mano, me dijo no sé qué de ´giornalista tifoso´ o no sé qué, y me espatarré... Ya saben, soy facilón.

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