Recuerdan cuando los voceros de Damià Vidagany pedían que no se protestara contra la gestión de Peter Lim porque eso podía ser muy negativo para el equipo y hasta podría contribuir a que el Valencia se hubiera liado de verdad en la pelea por evitar el descenso a segunda división? Era cuando la tropa del Barco de Singapur, los del agua bendita oriental, abogaban por la no protesta hasta el punto de ocultar la voz de los muchos o pocos aficionados que la alzaban. Era cuando algunos reclamábamos libertad de acción para las protestas del corazón, las que nacen espontáneas desde el dolor y la indignación de los valencianistas, la protesta sincera porque en esa pureza desinteresada reside su fortaleza. Ahora, me atrevo a pensar que sin la constatación de que el aficionado quiere otro Valencia, sin la constatación de que el valencianismo quiere y pide un club digno con el que sentirse representado, probablemente Mateu Alemany no sería ahora el nuevo director general del club, ni Murthy su presidente, ni Layhoon su expresidenta. Es curioso, pero los que ahora más le hacen la pelota a Mateu Alemany, son los que, de alguna manera, menos fuerza han hecho para que venga a ver si el Valencia es capaz de resurgir de sus cenizas. Ya es curioso, les gusta el Valencia que lucha por no meterse en los puestos de descenso pero mataban al Valencia que terminó metiéndose en la Liga de Campeones... es curioso pero no casual. Eso sí, bien poco tardó Mateu Alemany en retratarlos, porque bien pronto dijo que las protestas de los aficionados son buenas ya que permiten a los ejecutivos verificar que no se están haciendo las cosas bien, y además, les han de servir de estímulo. Antes, bajo el mando de Vidagany, Layhoon dijo que a veces hay que repetir las cosas cien veces a los valencianistas y Murthy no daba crédito al peñista que le dijo que la afición estaba enfadada... Afortunadamente para todos, el Valencia ya está salvado. Cada uno haga lo que quiera y no seré yo quien le diga a la gente que no disfrute de su equipo cuando pasa por encima del Granada, más que nada porque yo mismo lo pasé en grande viendo el partido con mis amigos, pero una cosa es disfrutar merecidamente cuando toca, y otra olvidarse de la historia del Valencia. La temporada es un fracaso y ahora que no peligra el descenso es el momento de exigir. De momento, los cambios prometidos son una realidad. Lo tomo con un excelente síntoma.

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