Portada del martes 16 de mayo de SUPERDEPORTE: «Marcelino no quiere experimentos, pide dos centrales y un medio centro defensivo». ¡Me emociono oye! El entrenador del Valencia quiere armar el equipo desde atrás y exige cambios. Tanto hemos sufrido y discutido en los últimos años, que me tengo que emocionar a la fuerza, porque hasta ahora, en la era Meriton, los entrenadores del Valencia o eran amigachos íntimos de Peter Lim como Ojo de Lince Espirito Santo y Gary, o tenían que ir en romería hasta Singapur a convencer al dueño de que es el pelota ideal para el proyecto, y claro, para tamaña mentira era preciso que los acompañara, en un barco de colegas que poco tiene que ver con el de Gigatrón, un pequeño ejército de coristas y adulantes que repetían la mentira hasta la saciedad aunque incapaces de convertirla en verdad, porque para eso, también es necesario tener talento. De cómo terminó el invento no hace falta decir más, si acaso, que fue lo más parecido a la película aquella de ´Biba la Banda´, con la única duda de quién hacía de Alfredo Landa... o no.

Y estupefacto sigo porque continúa la normalidad en el Valencia y las cosas bien hechas, y sí, ya sé que tal vez estemos elevando a categoría de excelente lo que debería ser un simplemente normal, pero no puedo evitar alegrarme. ¿O es que tengo que enfadarme porque el Valencia renueve, mejore y amplíe el contrato de su futbolista más prometedor y me refiero a Carlos Soler? ¿O es que tengo que enfadarme porque Marcelino les va a poner deberes a los futbolistas para el verano que es una manera de empezar a decirles que las cosas van a cambiar?

Podría decir que la naturalidad con la que se están haciendo y comunicando las cosas me obliga a echar la vista atrás y ahí, inevitablemente siento rabia al ver lo mucho que se ha destruido y maltratado al Valencia en estos dos últimos años, y sobre todo, la oportunidad que la entidad perdió por capricho de su dueño que por otra parte tiene derecho a equivocarse como todos, pero también me canso de decir todos los días y a cada instante que el Valencia es un desastre, por mucho que ciertamente lo ha sido. Tampoco es necesario que estemos siempre en la trinchera, creo que es compatible aplaudir lo que se hace bien, y alguna cosa se está haciendo bien, con mantener el nivel de exigencia y al tiempo desconfiar, porque para desconfiar también nos sobran los motivos.

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