Soy de los que piensa que cualquiera que llegue a ser entrenador del Valencia tiene los suficientes conocimientos tácticos y futbolísticos y que por lo tanto el hecho diferencial está en la gestión del vestuario, que sí, que obviamente hay entrenadores más sofisticados en lo táctico como pueden ser Benítez, Valverde o Guardiola, pero en general, todos saben lo suficiente de fútbol y por lo tanto la gestión del grupo se convierte en esencial.

Hoy añado una idea más en ese sentido, y tiene que ver en cómo ven los futbolistas al entrenador de turno. Y valga el ejemplo de Zidane, que ha logrado que los jugadores del Real Meseta acepten suplencias y descansos sin rechistar, y al que la prensa ha aplaudido por poner a Casemiro «para dar equilibrio». A Benítez los futbolistas se le revotaban y las radios y periódicos nacionalmadridistas lo devoraron por poner, precisamente, a Casemiro. ¿Dónde está la diferencia? En que uno es Zidane y el otro no. Puede parecer una gilipollez, pero es así porque así de ´especialitos´ son los jugadores de fútbol. Por lo tanto, al final el que triunfa es el que los hace funcionar.

Pues bien, el símil sirve para explicar una de las cosas que van a beneficiar a Marcelino, y es que va a tener a la afición a favor, y a la prensa también, al menos la que no hace chantajes. Y esto es importante porque los futbolistas van a ver bien pronto que Marcelino está respaldado. No es lo mismo ser Sergio Ramos y plantarle cara a Benítez que a Zidane, y tampoco es lo mismo ser ´Enzo Pérez´ y plantarle cara a Pako Rolling Stone que a Marcelino, sobre todo, si sabes que el asturiano tiene detrás a todo el valencianismo apoyando sus decisiones. Marcelino tiene ese crédito por parte de los aficionados porque hasta ahora, a entrenar al Valencia venían los amigachos del dueño, y él es un ENTRENADOR del que la gente espera que los ponga firmes. Por ello, repito también hoy una idea de la semana pasada, esta historia de Marcelino con el Valencia que arranca esta semana, solo la puede estropear Pete Lim al más puro estilo Peter Lim, es decir, metiendo la nariz en la planificación deportiva sin avisar a nadie, como ha venido haciendo hasta llevar al Valencia a cotas deportivamente vergonzosas. Si Marcelino insinuara un día que él pidió una lámpara y el Valencia de Meriton le ha traído un sofá, se montaría un pollo de dimensiones considerables. Ese es el poder que tiene ahora Marcelino.

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