No sé si Mateu Alemany se ha dado cuenta pero está comenzando a ganarse cierto crédito entre los valencianistas que haría bien en cuidar y sobre todo, que haría bien en reforzar. Que el Valencia está empezando a cambiar a mejor de la mano del nuevo director general no hace falta que lo diga yo porque la afición lo percibe en los pocos pasos que se están dando de cara a la temporada que viene, pero la cosa no está como para lanzar las campanas al vuelo. Al contrario, creo que es mejor ponerle todas las reticencias del mundo a esta evidente y leve mejoría porque Peter Lim tienen un historial que es como para ponerse a temblar. Por otra parte, si lo piensas, que un ejecutivo del Valencia bajo el mandato de Meriton haya subido enteros en la cotización entre los aficionados es todo un logro porque hasta ahora, lo lógico y normal ha sido que pierdan crédito empujados y obligados por las ´fechorías deportivas´ del dueño que no hace falta que enumeremos otra vez y que se pueden resumir con aquello de ´Rodrigo Caio, contigo empezó´ todo.

Volviendo a lo de antes, decía que no sé si Alemany lo ha palpado, pero yo no tengo problemas en afirmar con absoluta calma que el aficionado empieza a mirarle con buenos ojos, y eso debería servirle para cargarse de responsabilidad y asumir lo que tiene en estos momentos entre manos, y que no es otra cosa que la ilusión y felicidad de cientos de miles de valencianistas que esperan que no les defraude. Una vez elegido el entrenador, toca darle lo que pida, o al menos no darle lo contrario de lo que pida. A efectos del aficionado de la calle Peter Lim ya está amortizado porque ya nadie cree en su manera de hacer las cosas, pero en él y Marcelino si creen, así que por lo que más quieran, acierten.

No hay nada que celebrarTomadura de pelo

Ya saben que soy exagerado por naturaleza y que hasta me gusta presumir de ello. Y también que me he pasado los últimos meses casi pidiendo una estatua en honor a Voro por el servicio que le ha hecho al Valencia evitando holgadamente algo que en el mes de enero era, al menos para mí, una angustia y obsesión permanente; el descenso. Pues bien, ahora digo que bienvenido sea el homenaje a Voro pero pongamos un poco el freno. La temporada ha sido ridícula y celebrar algo sería poco menos que una tomadura de pelo.

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