Hasta me ha dolido el corazón al leerlo. Fue en las redes sociales, ese sitio que me gusta bastante y al que ando algo enganchadillo pero en el que alguien te puede insular por un artículo titulado con ironía, lo que demuestra que el insultante de turno no lo ha leído y que solo ha visto el titular y de pasada. Pues eso, que un par de valencianistas se lamentaban porque el dueño del club lo ha dejado de la mano de Dios. No es del todo cierto, pero tiene un fondo de verdad incuestionable. En esto del fútbol como casi todo en la vida, la apariencia importa, o dicho de otra manera, hay que ser honrado y aparentarlo. Si eres dueño del Valencia no solo te tiene que importar el Valencia, es casi imprescindible que la gente perciba que te importa el Valencia. Sin ir más lejos, recordemos lo mucho que se celebró poco antes de que Lim comprara el club que su hija Kim le regalara una tarta de cumpleaños con el escudo valencianista Aquella foto era la prueba evidente de que el hombre tenía ilusión en el proyecto, era la imagen que valía más que mil palabras. Ahora, si a Lim le importa el Valencia no lo aparenta y digo más, aparenta todo lo contrario. Ejemplos hay alguno que otro, como por ejemplo que ni los más viejos del lugar recuerdan la última vez que estuvo en la ciudad o en Mestalla viendo jugar a su equipo. Por no hablar del más sustancial, que no pone dinero para fichar cuando sabe perfectamente que tener liquidez es casi imprescindible para hacer un equipo que esté a la altura de la historia del club -nótese que no he escrito para hacer mejor equipo porque eso lo doy por sentado y va de la mano de Marcelino-.

El detonante del «Lim, ¿por qué nos has abandonado?» ha sido que su hija Kim, la de la tarta con el escudo, ha tenido un hijo y Cristiano Ronaldo ha ido a Singapur a visitarlos. Por una vez que está justificadísimo que se diga algo de Lim y Cristiano en público, la noticia termina tocando los bowlings a los valencianistas. Y no porque sean insensibles ante la felicidad de Lim que ya es abuelo, algo que siempre es de celebrar, es más bien que han detectado que ya no hay tartas con el escudo del Valencia y que al tiempo que no aparece por Mestalla para apoyar al equipo cuando ha coqueteado con el descenso, posaba sonriente con Cristiano Ronaldo, que no es pecado, pero según el momento sí queda feo. A Peter le ha pasado como al pastor que decía aquello de «que viene el lobo...».

Más opiniones de Carlos Bosch.