Marcelino parecía enfadado en la rueda de prensa y no se vayan a pensar que me disgusta. La mejor manera de evitar que el equipo caiga en la euforia es esa, hacer ver a los futbolistas a través de su mensaje público que el partido será morrocotudo. Ya dijo el técnico asturiano que no quería que el equipo pecara de eufórico porque en ese estado se pierde la concentración y la humildad, y este Valencia si sale relajado al terreno de juego y sin la conciencia de que tiene que trabajar tanto o más que el rival, ganará pocos partidos. Aunque por otra parte, es como si al asturiano no le gustara la comparación con Setién si se hace desde el argumento facilón de que un intenta jugar a fútbol -Setién- y el otro -Marcelino- se limita a defender y salir al contragolpe.

Nada en la vida es tan simple y tampoco lo es el fútbol, pero pasa que tras dos años desastrosos, nos hemos aficionado mucho a aquello de que defender bien también es jugar bien a fútbol. Por otra parte, es la segunda vez en rueda de prensa que Marcelino se empeña en decir que él no ficha ni decide. Él sabrá, pero hasta el momento, no creo que nadie le ponga pegas a que sea él quién tome la decisión sobre este o aquel futbolista. Todas las estrategias de trabajo son buenas si se hacen bien y todas son malas si se hacen mal porque importa más la práctica que la teoría, y de momento, él y Alemany lo han hecho bien. Tan bien, que el Valencia y Alexanko, el anterior director deportivo, ese que fue cesado sin que Marcelino supiera nada, ya han llegado a un acuerdo y no hay intención de poner a nadie en su lugar. Blanco y en botella aunque se empeñe. Decida usted Marcelino, que no pasa nada.

Más artículos de opinión de Carlos Bosch, aquí.