Pocas veces he notado que los discursos sean tan coherentes y se ajusten tanto a la realidad, y hablo del discurso del Valencia y los que forman el equipo, y del discurso de sus aficionados, pero antes de entrar a valorar lo acertado de ambos discursos cuando se alinean juntos, lanzaré alguna reflexión sobre el cansino postureo cabal de algunos. Lo dije el otro día y lo repito hoy de otra manera, manda narices que desde Valencia los haya que lancen el mensaje de que hablar de la posibilidad de ganar la Liga casi es sinónimo de ´taruguito´.

Y digo que manda narices porque quien lleva esa bandera, nos está diciendo que en el fondo piensa que la gente es gilipollas. Así de claro lo pienso. Vamos a ver, ¿alguien cree que un tipo que lleve, por ejemplo, veinte años viendo jugar al Valencia, no sabe perfectamente que ganar la Liga al FC Valors en estos momentos es complicadísimo y que de darse habría que calificarlo de milagro? ¿Alguien cree que la gente no sabe que Messi es de otro planeta y que viniendo de donde viene el Valencia es mucho pedir ser campeón de Liga? A veces los periodistas no sentamos delante de un teclado o un micrófono y creemos que inventamos el fútbol... ¡La gente sabe perfectamente cómo están las cosas!

Lo que ocurre que algunos confunden la velocidad con el tocino y a Pignoise con los Ramones, y ahí es donde aplaudo la coherencia que emana desde el Valencia y la que emana desde su afición. Cuando a Marcelino le dicen que este año da gusto ver jugar al Valencia, sonríe de manera sincera y dice que hay que trabajar más. Ojo, no dice que hay que seguir trabajando, ¡Marcelino quiere trabajar más! Por su parte, los aficionados hacen de aficionados, esperan pacientes a que llegue el partido, llenan Mestalla o viajan hasta Vitoria o hasta el infinito y más allá, y animan a su equipo cuando la carretera se empina y sueñan.

¿Cómo no van a soñar si el Real Meseta está como está, el Atlético está como está y el FC Valors se mantiene gracias a Leo Messi y al portero? Ambos, equipo y afición, a su manera, lanzan un mensaje ambicioso que se ajusta a lo que considero la esencia del Valencia, que no es otra que plantar batalla y querer competir siempre, lo de ganar, es otra cosa. La afición sueña porque sabe otras veces ha sido posible, y Marcelino, como sabe que es posible, quiere trabajar más... ¿dónde está el problema? Lo mismo que a alguno le sabe mal que todo vaya bien.

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