Se llama Carles y ahora debe tener en torno a los diez años. No sé mucho más de él, pero lo suficiente como para ponerlo de ejemplo. Sé de él que cuando todos estábamos hundidos y sufriendo por la mayor decepción que ha vivido el valencianismo en los últimos años, sin ser consciente de ello, nos dio una pequeña lección a todos. O digo mejor, me la dio a mí. Una lección y una inyección de autoestima al mismo tiempo. Si alguno no sabe de qué decepción hablo, le diré que es el gol de M´Bia.

Dime masoca por recordar aquello a escasas horas de un partido como el del FC Valors en Mestalla estando como estamos todos arriba de la palmera, pero una de mis frases favoritas y que además se cumple es de Fito y dice aquello de «lo que admiro son las flores que crecen en la basura». Y de aquella basura, de aquel mal momento que fue el gol de M´Bia, nacieron flores que hoy relucen y desafían al futuro. Y recuerdo como si lo viviera en este preciso instante porque me estremezco al pensarlo, que aquella noche de rabia y decepción me marché a casa pensando en una imagen. La colgó el papá de Carles en las redes sociales y aparecía el pequeño dormido y abrazado a una bufanda del Valencia... ¡Uf! Era tremendo, el niño abrazado a la bufanda nos decía que ser del Valencia es para toda la vida y que se es valencianista en las buenas y en las malas, que cada uno lo viva, sufra y disfrute a su manera, pero para siempre. Unos cuantos años después y otras tantas decepciones, el papá de Carles ha vuelto a sacudirme la conciencia. «Carlos, ¿te acuerdas de mí?» y sinceramente, era que no, para qué mentirles. Al poco me envía la foto del niño, la de hace unos años, y como se pueden imaginar me situé. Y me dijo: «Carlos, mi hijo va mañana con el colegio a una excursión a Mestalla, quieren dejarles a los jugadores una carta en el vestuario para darles ánimo de cara al partido con el FC Barcelona, ¿te acuerdas de la foto? Recuerdo que te dije que no solo de los títulos nacen valencianistas, que las derrotas más dolorosas también crean sentimientos y ahí tienes a mi hijo...». Nada me gustaría más que esos niños tengan la oportunidad de dejar esa carta en el vestuario de Mestalla y que mañana, el sábado o mejor, el domingo antes del partido, Marcelino y sus futbolistas la pudieran leer.

PD: No lo había dicho, pero la noche del gol de M´Bia, Carles, triste, le pidió la bufanda a su madre y se quedó dormido esperando a Papá...

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