Hace apenas un instante ha terminado la tanda de penaltis entre el Alavés y el Valencia y lo cierto es que me queda bastante trabajo por delante. Podría optar por dejar la contra para el final, y ponerme a hacer las otras cosas como el análisis individual de cada futbolista del Valencia en el que ya he decidido poner a Jaume como el mejor aunque estaba dudando entre Rodrigo y Santi Mina, y así poder escribir después con calma pero -esperen un momento, que me llama mi mujer, ¿será ´precís´ en este momento?

Ya estoy aquí otra vez, nada importante, que me estaba esperando para cenar y le digo pero si hoy jugaba el Valencia y me dice yo qué sé y como estoy alterado al final he fumado puro, pero no pasa nada-. Pues eso, que decía que podía ponerme con el análisis de los futbolistas y escribir que Garay estuvo francamente bien y que Rodrigo y Santi Mina le dieron otro aire al equipo y que Parejo y Kondogbia terminaron estresados, agobiados y superados en el centro del campo y que Guedes hizo el peor partido que le recuerdo desde que llegó pero aún así es quien más ocasiones de gol ha generado, y una vez redactado todo, escribir ya con calma y paciencia y saboreando cada ´letra arrejuntada´ que brotara de mi neurona preguntona.

Pero no, he optado por sentarme ya ante el ordenador a escribir esto que están leyendo porque necesito hacerles partícipes de una reflexión. Sí, estoy escribiendo esto a las 22:00 horas del miércoles 24 de enero y posiblemente ustedes lo lean jueves día 25, o quién sabe si el viernes, pero para mí es un diálogo inmediato, es decir, siento que necesito contarlo ya porque es como si ustedes lo leyeran al tiempo que yo lo escribo nervioso y excitado. ¡Cómo será la cosa que acaba de marcar el Leganés en la Cueva de Alí Babá y no me he levantado del ordenador! Mentira, me he tenido que levantar, no he podido evitarlo.

Ya estoy aquí otra vez. Pues eso, que cuando escribo es como si estuviera dialogando con ustedes y hoy quería decirles que he sufrido como un bobo, que hace tiempo que no sufría tanto y que no esperaba tan de ´patiment´ para eliminar al Alavés. Que el equipo de Abelardo ha sido un rival con un par de narices y que junto a su afición dignifican este bendito deporte que es el fútbol, pero sobre todo, lo que quería decirles, es que hoy he disfrutado con el sufrimiento, he experimentado una sensación que tenía olvidada... no sé cómo terminará esta bendita Copa del Rey pero me ha reconciliado con el fútbol. Y eso no se paga con dinero.

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