Si de algo me precio es de olisquear el ambiente valencianista, más que nada porque vivo rodeado de aficionados al Valencia. Y desde esa posición me atrevo a decir que hace tiempo que no veía que una victoria del Valencia provocara tanta satisfacción entre sus aficionados. Al valencianista lo veo satisfecho porque su equipo fuera al Sánchez Pizjuán y plantara la bandera, en plan «aquí estoy yo, y juego así a fútbol, si tienes narices me ganas pero como te descuides me llevo los puntos».

Lo imagino feliz mirando la clasificación y deseando que llegue el siguiente partido para disfrutar de su equipo, que en definitiva esto del fútbol se inventó para eso, y sobre todo, fantaseo que sonríe maliciosamente por ganarle al Sevilla porque esa victoria, de alguna manera, significa que la cosas vuelven a estar como han estado toda la vida, con el Valencia en la escapada de los cuatro grandes, y el resto, entre ellos el Sevilla y el Villarreal, tratando de darles caza. En suma, que veo pocos nervios y muchas esperanzas entre el aficionado de la calle porque confía en Marcelino y Mateu y a ellos se entrega para que este verano hagan un equipo que compita en la Liga y en la Champions. Pero no, en Valencia somos tan rematadamente cenizos que algunos se empeñan en amargar las mañanas al personal recordando cosas que pueden pasar en un futuro más o menos inmediato pero que no son novedad o diciendo que viene el lobo, que puede venir, pero resulta que todavía no está de camino. Y lo más curioso es que los que se empeñan en amargarle el día a día a la gente ahora que el Valencia gana partidos y hace que sus aficionados estén orgullosos, son los mismos que le compraban la cabra a Layhoon y a su palmitero oficial y mearon contra el viento intentando convencer al personal de que Pako Rolling Stone Ayestaran era el entrenador ideal para el proyecto del Valencia. Como el palmitero les contaba cosas para no tener que trabajar y Layhoon se los llevaba de comida, llegaron a la conclusión que lo mejor era decir que el proyecto molaba. Ahora el Valencia no tiene palmitero oficial que les solucione el día y aunque gane partidos, es mejor pintar de negro el horizonte para demostrar que con el aspirante a representante de Unai vivíamos mejor, pero mira por donde que se ha ido, y el Valencia sigue vivito y coleando y encima va bien. La culpa la tienen Murthy y Alemany, por no fletar un barco: «Navegando por el mar me encontré con un barco de colegas...».

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