Marcelino es bastante más educado que yo. Es eso, o que no tiene más narices que guardar la compostura. Yo ya no. Ya me da lo mismo. Será que me hago mayor. El caso es que el entrenador del Valencia comparece en rueda de prensa y La Cadena Ser le pregunta que si sabe cómo fue el despido de Quique Flores, que en su primera temporada metió al equipo en Champions pero que al final la gente se cansó de él y lo echaron cuando el equipo estaba arriba y que si teme que pueda pasarle lo mismo a él. Y claro, el hombre le dice «si pienso en amargarme transmito amargura, ¡no tiene sentido coño!», que es una manera elegante de decir que la pregunta no procede. Y digo 'no procede' por no escribir algo peor, pero no quiero hacerlo porque no tengo intención de ofender al periodista que formula la pregunta físicamente, me conformo con retratar a la empresa en sí misma -La Cadena Ser- y al jefe de deportes en particular cuyo nombre no escribo por higiene mental. Así que ya saben, este domingo todos a Mestalla -o a sentarse ante la televisión- para ver el partido con cara triste y amargados, pero mucho ¿eh? Que no se le ocurra a nadie disfrutar del momento que vive el Valencia ni de que tiene un escándalo de entrenador que además es el Millor Regaor del Món. ¡De eso nada! A Mestalla temerosos y asustados porque a lo mejor, dentro de dos o tres temporadas, el Valencia despide a Marcelino... Y prohibido pensar aunque sea durante unos segundos, que a lo mejor, junto a Longoria y Mateu Alemany, Marcelino monta un buen equipo la temporada que viene... ¡prohibido! Habrá quién me dirá, Carlos, que a lo mejor la temporada que viene ganamos la Copa del Rey, pero, eso no vale, tenemos que estar amargados. ¡Todos!

Más opiniones de Carlos Bosch.