El pressing alto de la Real Sociedad estranguló al Valencia CF hasta desestructurar su fútbol y reducir el principio de reacción dibujado en los últimos partidos. El equipo de Neville mantuvo la compostura durante el primer acto y llegó a intercambiar fases de dominio con los locales, pero la intensidad en la ejecución del plan de Eusebio terminó por descomponer a los valencianistas durante los últimos 25 minutos. El sofoco final abrió una brecha definitiva en el flanco izquierdo de la retaguardia, la zona donde Carlos Martínez encontró el tiempo y el espacio necesarios para hacerle llegar dos balones de gol a un renacido Jonathas.

El jueves, Neville trabajó específicamente la salida de balón. El objetivo era sobrevivir a la presión de la Real y proponer soluciones creativas, pero la pizarra de los donostiarras destrozó la partitura. Los locales dibujaron un 4-1-4-1, con un frente insuperable (Bruma, Jonathas, Vela/ Oiarzabal) y una sala de máquinas superior armada en torno al despliegue de Pardo, Prieto y Bergara.

«En el segundo tiempo nuestra decisión de ir a buscar su portería y apretarles en su campo nos ha dado la posibilidad de robar muchos balones. Ahí hemos tenido presencia y llegadas, esa insistencia se ha traducido en los dos goles». La lectura de Eusebio en sala de prensa sintetiza con claridad lo sucedido en el terreno de juego. La acción de los donostiarras forzó un serial pérdidas, el Valencia regaló el balón hasta descontrolarse y confundir los tiempos. La Real Sociedad robó el balón, tapó líneas de pase, achicó espacios y aceleró el ritmo valencianista para su beneficio. Como vasos comunicantes, la acción local se fue apoderando de la confianza visitante.

André y el circuito creativo

Como reconoció el propio Neville, su equipo jugó por debajo de las expectativas generadas. Gary asumió toda la responsabilidad en la dirección. La imprecisión del sistema durante el segundo acto no ayudó en los momentos de duda. El entrenador inglés reconoció que los primeros cambios -Cancelo por Lucas Orban y de Enzo Pérez por Javi Fuego- fueron forzados: el riesgo de una expulsión por doble amarilla para el portugués y la lesión del argentino. Las circunstancias estrecharon su margen de maniobra después de una puesta en escena mejor gestionada por Eusebio. La apuesta por el 4-4-2 se desarrolló con más sombras que luces. Parejo estuvo sometido a una estrecha vigilancia. Dejó fogonazos en el primer acto y terminó ofuscado. La baja de André Gomes volvió a tener un efecto traumático. Sin la energía del portugués y con la vía de Parejo cerrada, el Valencia perdió equilibrio y fondo. Enzo carga el piano? pero no lo hace sonar. Faltaron manos y ayudas. No por casualidad, Abdennour y Mustafi fueron los valencianistas con más pases ejecutados. Sólo la actividad de Cancelo, Rodrigo y Santi Mina brindó momentos de vida. Después, sin João, el Valencia perdió otra vía para saltar la presión local y salir al ataque. La Real terminó abocando al Valencia al juego directo, redujo su maniobra al balón largo y al duelo individual permanente. Desconectados y sin fuerza para contrarrestar la presión con más presión, la carga final fue monopolio donostiarra.

Cuestión de número y dibujo

El mando correspondió al eje Bergara-Pardo-Prieto, por fútbol, presencia y número de efectivos.

Neville detectó la inferioridad en la medular durante el segundo acto y movió piezas hasta regular un 4-1-4-1: De Paul pasó de la banda al centro y Rodrigo cambió la delantera por la banda, primero izquierda, después derecha.

La calma tensa se mantuvo hasta que el último movimiento confundió el dibujo. La banda izquierda quedó demasiado libre, al abrigo defensivo de Orban más Alcácer o Negredo. Un contexto definitivamente fértil para el paso poderoso de Carlos Martínez desatado, el lateral derecho levantó una autopista directa a la victoria. Gary tiene mucho trabajo.