Verano de 2014, el Manchester City invierte más de 40 millones en Eliaquim Mangala. ¡Boom! Era el central joven del momento, el repuesto natural en la sucesión Ricardo Carvalho-Pepe dentro de la cadena de montaje de grandes centrales desarrollada por el Oporto. Incluso llegó a merendarse a Otamendi. Situación que terminó facilitando la llegada del argentino al Valencia… cruces del destino. Mangala, congoleño de origen, francés de nacimiento y belga de formación, apostó por los Bleus y junto a Varane estaba destinado a formar una de las mejores parejas de centrales del mundo a nivel de selecciones. Su rendimiento en el gran Standard de Lieja de Jovanovic, Axel Witsel o Steven Defour ya había llamado la atención de todos los grandes, incluido, el Valencia, sin embargo, terminó en el fútbol portugués, donde su explosión, controlada, generó expectativas muy por encima de sus posibilidades reales. Ese ha sido uno de sus problemas en el Manchester City, donde se ha desconfigurado. Todavía con 25 años, Ayestaran hereda un futbolista necesitado de confianza, continuidad y tranquilidad. La compañía de Garay también le ayudará. El reto para el cuerpo técnico es muy potente, si recupera al Mangala del Oporto, el Valencia contará con uno de los centrales más poderosos de LaLiga.

El contexto, el equipo, el entrenador… Mangala ofreció un rendimiento tremendo en el Oporto durante dos años. En el City no supo gestionar sus condiciones y equivocó su mentalidad. Devorado por su ego, hace un año aseguró que fichar por el Valencia era un paso atrás. Metió la pata, aunque entonces confiase en rehacerse, pese a la competencia de Kompany y Otamendi. Descartado por inapropiado para desarrollar la propuesta de Guardiola, Mestalla se presenta ahora como una oportunidad única para reivindicarse. Por eso ha rechazado al Oporto de Nuno.

Una apuesta que encaja

Brutal en la intimidación por potencia física y valentía, Mangala guarda unas condiciones atléticas que saltan a la vista. Es lo que parece y puede ser más. En su mejor versión, la mezcla es radical: agilidad, velocidad, firmeza en el cruce, solidez en la marca, dominio del juego aéreo (sobre todo, en las acciones a balón parado en área rival), superioridad en el cuerpo a cuerpo… Mangala encaja en el modelo de Pako porque sabe defender lejos del área. Siempre tuvo capacidad para rehacerse y corregir con espacio a su espalda. Se medía con cualquiera en carrera, lo demostró en Portugal y en Europa. Buscaba la seguridad y desde ahí empezó a crecer. Zurdo, nunca fue preciso jugando en largo y sus decisiones con balón dejaban dudas, pero no llamaba la atención por su torpeza en este apartado, incluso llegó a brillar con sus salidas en conducción tras recuperación. En el VCF, debería empezar por pasársela un a Garay.

No vale para Guardiola, pero puede ser magnífico para el Valencia. Nunca fue un Piqué y tampoco un Thuram, pero Txiki Begiristain lo fichó para Manuel Pellegrini. Alguien debió confundir a Eliaquim. El exceso de confianza nada más aterrizar en la Premier marcó al máximo sus carencias (tácticas y técnicas) y diluyó sus virtudes hasta golpear su autoestima.

Con el físico no basta

Algo tenía. Los desequilibrios del Manchester City, los problemas en las estructura defensiva y a la hora de iniciar el juego, tampoco le han ayudado. En la Premier encontró un contexto mucho más exigente a la hora de sacar el balón jugado y también atacantes más rápidos, más listos, más altos, con más ritmo y todavía más fuertes que él. En LaLiga volverá a intimidar, aunque con físico no basta, como ha quedado claro con Aymen Abdennour.

En el City le ha faltado un compañero capaz de complementar su juego, aunque la involución no fue cuestión de dos días. De hecho, Mangala arrancó como un cañón, hasta que un par de pifias de bulto le convirtieron en objetivo permanente de la crítica. Otamendi ha podido con esa presión, Mangala tiene otra pasta. Así fue como su intensidad se convirtió en agresividad mal enfocada y los errores de concentración empezaron a proliferar. En lo que era bueno pasó a ser mediocre y en lo que era mediocre, malo: empezó a medir mal, a asumir riesgos innecesarios, dejó de anticipar y de hacer goles, le trituraban la espalda y no transmitía seguridad en el área. El frenesí y la inestabilidad le han atormentado. El cambio, de equipo y de campeonato, debe suponer una liberación. Ayestaran tiene que insistir. Hay calidad y margen, el mejor Mangala es un central de altísimo nivel.