Asisto atónito al revuelo que se ha armado en Valencia ante la posibilidad de que Fernando Alonso no participe en el Gran Premio de Europa de Fórmula 1. Me entero por la columna de Joan Carles Martí que incluso el Consell "está haciendo gestiones" para que al asturiano no lo dejen fuera de la carrera valenciana, como si, con la que está cayendo, el ejecutivo de la Comunitat no tuviera cosas más importantes de las que ocuparse.

Gracita Morales

¿Pero es que nadie se ha enterado de que el Renault de Fernando Alonso corre menos que el Citroën de Gracita Morales? ¿Es que esto de la Fórmula 1 no tiene atractivo intrínseco suficiente como para no depender de la participación de tal o cual piloto? ¿A qué viene este nerviosismo? ¿Alguien dijo algo cuando se lesionó Villa en la Eurocopa y tuvimos que jugar la final contra Alemania sin el Guaje?

De audiencias

De todo esto, lo que parece deducirse es que la inusitada atención que se está prestando a este circo de la Fórmula 1 tiene en España un asidero tan frágil como pueda resultar la figura de nuestro campeón asturiano. Sin él, las audiencias millonarias desaparecen, sin él, las discusiones sobre neumáticos resultan pueriles, sin él, tanto Gran Premio se convierte en castillo en el aire, sin él nada sería lo mismo.

¡Que empiece ya!

Quizás sea por eso que uno ya espera con zozobra que el balón empiece a rodar de nuevo, que veamos en partidos de los de verdad si los refuerzos del Valencia van a conseguir cambiarle la cara al equipo, si Kaká será tan bueno en el Madrid como lo fue en el Milán, si Ibrahimovic conseguirá hacer olvidar a Eto´o, si en el próximo invierno austral seremos campeones del mundo… Porque esto otro, lo de los difusores, los alerones y las ruedas que se pierden por el camino no es más que un sucedáneo para esos meses en que descansan los futbolistas.