La historia del fútbol plasma en sus páginas que el Real Madrid es un club señor. Esta valiosa vitola se fue asentando durante los 35 años de presidencia de Santiago Bernabéu, todo un caballero. Don Santiago no necesitaba una corte de asesores, guardaespaldas y aduladores para moverse por España. Una excelente trayectoria que se está arrojando por la borda desde que el club incorporó a su nómina al denominado clan portugués y es presidido por un nuevo rico.

Enemigo público

El comportamiento, en los terrenos de juego del defensa Pepe, está provocando un rechazo casi generalizado. Está claro que los seguidores del combinado madridista, deseo que sólo algunos, lo apoyan y se ven representados por un jugador que reúne el perfil de lo que nunca debe ser un deportista: pierde los nervios con suma facilidad; pega patadas a diestro y siniestro; codazos; busca el cuerpo a cuerpo y encima se recrea en la mentira cuando simula ser objeto de una agresión. El reciente pisotón a Leo Messi ha encendido todas las luces de emergencia. Luces que no ha sabido apagar cuando los argumentos utilizados para pedir disculpas carecen de credibilidad, en función de las imágenes retransmitidas por la televisión y de su propia trayectoria. Su entrenador José Mourinho ha dicho de él que es un jugador "duro, pero limpio y leal". Claro, y lo ha dicho, en el tono amenazante con el que acostumbra a afrontar las ruedas de prensa. Desprende la imagen de estar perdonando la vida a todos aquellos que por fortuna no pensamos como él. El Madrid no precisa de Pepe y Mourinho para mantenerse en la senda de ser campeón de la Liga BBVA.

Florentino no respira

El primer interesado en domesticar el antideportivo comportamiento de Pepe tiene que ser el presidente Florentino Pérez. En segundo lugar al Comité de Competición (no lo ha hecho) y vive en una burbuja jurídica y alejada del sentir de una parte de la sociedad. En tercer lugar a la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) que, por el momento, ha optado por el silencio. Adivinamos que a Florentino Pérez le falta valor para pedir disculpas públicas por el comportamiento de su jugador. El señor Pérez todo lo da por bueno si al final gana los títulos que no ha conseguido en las últimas temporadas. Además, ya sabemos como suelen actuar los nuevos ricos: silenciando a todo aquel que discrepe de sus ideas o indague sobre otras cuestiones. Por lo que respecta a la AFE tampoco se le espera en esta ocasión. Su presidente, Luís Rubiales, evita entrar en conflicto con los jugadores del Real Madrid, FC Barcelona, Valencia y At. Madrid, por ejemplo, ante el temor de quedarse sin apoyos. Pepe, se merece una sanción ejemplarizadora. El fútbol es un espejo en el que se miran adultos y niños y a estos no se les puede conducir por el camino del gamberrismo. Menos mal que la realidad refleja que el Barça le gana al Madrid porque juega mucho mejor.

Miraros al ombligo

De todo aquello que sucede en el fútbol lo que menos me gusta es la mala educación con la que en ocasiones se comportan los profesionales. Siempre bajo la excusa de que sus acciones se producen en caliente y en situaciones límites. ¿Se imaginan que cada persona, en su puesto de trabajo, se dejase llevar por el primer impulso?. Los hospitales estarían saturados de damnificados. Así pues, no soporto los malos modos ni el engaño. Tampoco comparto el pisotón de Soldado a Gustavo Cabral en Mestalla, en el transcurso del partido Valencia-levante UD. Un pisotón que por el hecho de ser menos mediático no puede quedar en el olvido. Eso sí, deseo que tanto el pisotón de Pepe como el de Soldado (no es comparable al de Pepe) no tuviesen ninguna intencionalidad. Una apreciación que sólo sus propios protagonistas saben. A mí, ambos pisotones me dañaron la vista, sobre todo el de Pepe, y me produjeron rechazo. Hay actitudes involuntarias que están alejadas del saber estar.