No amigo Emery, no. Lo de Barcelona no fue una «derrota dolorosa» fruto de la superioridad del rival, sino del colosal ridículo que el equipo que se supone diriges hizo en un domingo de Goyas, estrellas y estrellados. Se puede perder ante los Messi y compañía pero no desde la indolencia, la cobardía y la ausencia de orgullo. A algunos de los que saltaron al Camp Nou les faltaron las plumas. A otros, sencillamente, les habría sentado de maravilla verlo por televisión. Así pues, al menos tengan ustedes la vergüenza torera de pedir perdón a una afición que empieza ya a estar cansada de tanta decepción.

¿A qué jugamos?

Es la pregunta que desde hace tiempo se plantean muchos aficionados. ¿A qué juega este Valencia? La indefinición acaba por convertirse en el peor enemigo de un equipo en el que brilla por su ausencia un estilo de juego reconocible. Tan pronto somos carne como pescado o entremés que los rivales de entidad se meriendan en un abrir y cerrar de ojos. Desde el aterrizaje de Unai Emery, con estrellas y sin ellas, es evidente que al Valencia le ha faltado siempre fe, oficio y arrojo para dar un paso adelante en los partidos importantes. Quizá, querer jugar a tantas cosas con tantos sólo ha servido para generar inseguridad y limitar el crecimiento del grupo.

Cuestión de actitud

En cualquier caso, el fútbol es ante todo actitud. Por eso, de la misma forma que un equipo con bastantes suplentes fue capaz de ganarle desde la intensidad al animoso Stoke, otro —el supuestamente titular— se borró escandalosamente del campo tras las primeras embestidas del Barça. En el debe del entrenador está no saber dar con las teclas adecuadas de la motivación para conseguir que al menos sus jugadores mueran siempre con las botas puestas en cada partido.

Siempre son los malos

No caigamos en el error. Siempre son los que pagan los platos rotos de cada decepción. Y así, el Valencia va engordando su lista de centrales. Todos unos paquetes a la vista de los números. ¿Y si el paquete es el entrenador, que como ya un día denuncié trabaja la estrategia defensiva de pascuas a ramos? ¿Cuánto tiempo ha tardado el universo Emery en convertir a Rami y Víctor Ruiz en unos defensas del montón? ¿No es sospechoso que en estos cuatro años siempre se repita la misma historia, que acabemos criminalizando a los de atrás por errores que si los analizamos fríamente son producto de un trabajo colectivo en defensa bastante deficiente?

Un paso adelante

Manuel Llorente no va a poder esconder la cabeza este año. Aunque el Valencia cierre el presente ejercicio siendo tercero y con diferencia, va a tener que dar un paso adelante para sentar las bases del equipo que debe, dejándonos de romanticismos, llenar el Nou Mestalla cada domingo. Con esto no da ni para las tribunas. Aun así, yo soy de los que piensan que esta plantilla —que no el cuerpo técnico— tiene una buena base para llegar a ser un equipo altamente competitivo. Faltan detalles, que sólo se compran con dinero, pero bien merece esta sufrida afición ese esfuerzo, así como que de una vez por todas se mime la cantera para que dejemos de buscar en mercados perdidos lo que podríamos tener aquí casi gratis. Ganaremos en implicación del personal y de paso la caja dará para esos detalles hasta la fecha inalcanzables.