La ´madrassa´ valencianista, que sólo abre para los muy creyentes, receta optimismo. No sobra porque la cosa se ha puesto muy fea. En el jueves europeo y pese a un aseado partido la defensa volvió a ser un piquete huelguero. Y en la Liga el VCF ha esperado agazapado como un conejillo común a que el lobo le diera caza. Y hoy toca JIM. Ante el panorama de cuatro partidos seguidos en casa, el amortizado entrenador arengó a la afición asignando a la hinchada la parte alícuota de la culpa.

Sin reacción

Desde aquella soflama el equipo sigue sin dar motivos a la afición para que le socorra. Unai desconoce que el jefe (el cliente) siempre tiene razón. Y patea a la tripulación despreciando el control de riesgos. Quiero pensar que no hubo dolo. Hoy tendrán que salvarle el culo aquellos que ninguneó. Se le está poniendo carita de Bogart (comandante Queeg) en ´El motín del Caine´.

Lo importante...

David Albelda, pata negra en peligro de extinción y único nexo nostálgico con el paleolítico glorioso, acierta al recordar que el público da lo que recibe. Pero, ¿qué clase de jugadores tenemos? Miquel Molina en La Vanguardia escribe que la factoría del Real Madrid existe por agregación galáctica mientras que el Barça es una industria con solera decimonónica. ¿Y el Valencia? Yo al VCF lo veo como un bazar chino. Imaginación y saldos. Ello no es contradictorio con la competitividad, que nadie se escude en ello. Que el gigante amarillo es un monstruo comercial imprevisible y el éxito de sus franquicias es tal que ya se instalan sin rubor junto a las grandes marcas internacionales.

... y lo urgente

Aplacemos pues las solucioones inmediatas y salvemos los muebles. Los veinte millones de la Champions son para el VCF algo más que una recompensa. Contra el Levante se ventila hoy un paso limpio a la máxima competición continental. No queda otra ante el bloqueo psicológico del que parece ser víctima el grupo que entrena Emery. Pero no será fácil. El LUD afronta el partido con el plus habitual de motivación. Esta tarde, ahora sí, se disputa un derbi verité. Por primera vez las fuerzas convocadas se emparejan. El equipo blaugrana tiene la oportunidad de sobrepasar a su pusilánime rival vecinal, el sorpasso clasificatorio soñado. El levantinismo, todavía una religión minoritaria, enboca este green con tolerable revanchismo. Se entiende. La historia granota está asentada sobre varios complejillos. Es como el eterno agravio colchonero. Tanto el Atlético de Madrid como el Levante han visto a sus adversarios seculares más ricos, más rubios, más altos, más guapos. Desde el primer ejecutivo hasta el último jardinero, parroquia de Orriols incluida, toda esa grey espera un golpe de gracia a la dinámica de equilibrios del fútbol capitalino. Hasta aquí todo legal.

El orden natural

No obstante a la feligresía blaugrana se le ha adosado un pelotón de advenedizos que ha espabilado de la siesta cuando ha olido la sangre del grande. A estos se les desatan los jugos gástricos desde su pequeñez y fabrican levantinistas donde sólo había, en todo un abanico de versiones, ´antixotos´. Ante semejante panorama y con todos mis respetos al rival —aquí no escondemos los colores— animamos al VCF, a sus jugadores, a su técnico y a los miles de sufridores que hoy se darán cita en Mestalla a reinstaurar la superioridad histórica y el orden natural. Con optimismo o sin él y si es preciso con la mano. Ganen hoy. O eso o el caos. Amunt.