En la pretemporada 2008/09, junto a las playas de arena blanca y agua cristalina de Oliva, nació este nuevo Llevant UD en las antípodas del yunque: en un lustro los granota disputan su tercera campaña en Primera y han debutado en Europa. Más que en todo el siglo precedente. Este hito obedece a varias causas pero es de dominio público que una de las importantes está vinculada con Manolo Salvador. Mucho se ha escrito de la capacidad del de Faura para descubrir talentos emergentes o reactivarlos en la recta final de sus carreras. Como cada año, la plantilla 2012-13 ha generado incógnitas: Martins, Míchel, Diop€ y más aún porque el equipo ha tardado más de lo esperado en encontrar el tono. Pero el Llevant ha vuelto: el domingo en Getafe refrendó las virtudes que le confieren esa identidad de equipo temible, confirmando lo que ya insinuó en el derbi. Salvador es el guardián de esa identidad.

Durante décadas, el blaugrana ha sido un club que cada año volvía a empezar. En esto del fútbol sin embargo, cuando no media el talonario, los grandes equipos se construyen con la paciencia y la constancia con que se decanta el buen whisky escocés. Y así se evitan las tan temibles «arrancades de cavall, parades de burro», que suelen acabar en pozos profundos y oscuros. Así, el objetivo de un club como el Llevant debe ser atesorar una identidad propia y huir de convertirse en un equipo ascensor. Porque la identidad lo es todo y la del Llevant de este último y glorioso lustro es más que sabida: en el campo un equipo incómodo, correoso, defensivo, enemigo de la posesión y amigo del contragolpe. Fuera del césped, un grupo humilde, discreto, próximo, identificado con su afición y con el club. La gran virtud de Salvador „más incluso que el ojo avizor que todo lo ve„ es su capacidad para encajar en este puzle de once piezas a los hombres que dentro y fuera del terreno de juego sean capaces de perpetuar esa identidad.

El equipo, por seguir con la metáfora, es un poderoso costillar y cada jugador es uno de los músculos que mueven el cuerpo, al alimón. Salvador sabe detectar los límites de sus futbolistas, hasta dónde pueden llegar y qué pueden ofrecer. No renovar a un tipo carismático y que tanto ha dado por el Llevant como Rubén Suárez fue la más impopular de las decisiones, pero el director deportivo debe velar por la renovación generacional de las piezas del equipo, mirar por el conjunto y tratar de mantener la identidad. Suena un tanto mercantilista, pero un club de fútbol no es una ONG. Ahora Míchel, un jugador joven y con ganas de comerse el mundo, ha asumido el rol del asturiano y ojalá complete el relevo que el club necesita para seguir el ciclo de crecimiento. El propio Barkero, con su zurda de guante que da otra dimensión al contraataque granota, no ha empezado la campaña con la finura con que terminó la anterior. Tal vez la edad o el proceso de renovación€ Ojalá el vasco siga ofreciendo grandes tardes en Orriols, pero es evidente que el Llevant necesita perpetuar su identidad en el futuro; alguien debe asumir la ingrata labor de garantizar el relevo, de empezar a pensar en los nuevos Barkero, Juanfran, Juanlu€ Incluso en el nuevo Ballesteros, el súperhombre que el domingo volvió a levantar la admiración de todo el mundo del fútbol. No hacerlo sería un suicidio. Ese hombre es Manolo Salvador.

La victoria en Getafe es balsámica por muchas cosas: el Llevant vuelve a ganar a domicilio en Liga, se ubica en la zona noble de la tabla, confirma su progresión „que las piezas se engrasan y encajan, vaya„, y también porque demuestra que Salvador sigue renovando con éxito la identidad del equipo, año tras año. Pedro López se consolida como ese jugador condenadamente regular, trabajador, disciplinado; que hace grupo. El perfil de futbolista de club que gusta a Salvador. Independientemente del futuro de Lell, el Llevant parece que tiene la banda derecha cubierta para años, con Pedro y con otro López, Ivan, cuya progresión natural le hará entrar en el primer equipo esta misma temporada; David Navarro se marcó en el coliseo un partidazo para enmarcar y confirma que le queda dentro central para rato; Diop se comió a Xavi Torres en la medular; El Zhar va a más cada partido; el juvenil Rubén sigue cogiendo minutos y confianza€ Y Míchel, claro, ese jugador que augura muchos años de chispa por delante y que lanzó el arponazo a las redes de Moyà que confirmaba, también sobre la tabla, que la identidad del Llevant sigue intacta. Y con sabia nueva que la alimenta.