Tres puntos básicos en el fútbol: A) La calidad individual, que se presupone en la cuantía del contrato del jugador. B) El método y la táctica, que se presuponen en la cuantía del contrato del entrenador. C) La mentalidad del jugador, que no hay contrato que la blinde. Y el fútbol es, por encima de todo, un estado de ánimo. Tras lo visto en el partido contra el Valladolid, da la sensación de que el punto ´C´ falla: que por dentro, ante la primera vicisitud del partido en Mestalla, a los jugadores les entra el tembleque. La defensa, concretamente, tiembla más que el flan chino que me preparaba mi madre de postre cuando era niño. Por ejemplo: cuando Feghouli empató el partido, los jugadores se vinieron arriba durante dos minutos y presionaron con ahinco, empujados por la potencial remontada. Pero en cuanto el Valladolid empezó a tocar, ayayay: ¡amaga y vámonos! Y claro, el personal se desespera y comienza a silbar, lo que no infunde de ánimo precisamente a los suyos, y se entra en un círculo vicioso, del que el único que puede sacarnos es el míster. ¿Y qué solución propone con 1-2? Cambiar delantero por delantero. No lo critico, pero si no ganas, el punto ´B´ también ha fallado. Sólo nos queda el punto ´A´, que no sirve sin los otros dos. Djukic no es el único que juega con un punta en estos tiempos de tikitaka en grado de tentativa, pero hace muchos, muchos años, en una galaxia muy lejana, al fútbol se jugaba con dos puntas a los que les llegaban las pelotas. Echo de menos aquel deporte.

La Ley de Mestalla

En Mestalla, a veces, silbamos a jugadores de casa. Es así. Yo, al menos, evitaría silbar al suplente que entra, salvo que ello sirva para discutir el planteamiento del entrenador, en cuyo caso silbaría el cambio, pero no a la persona. Feghouli parecía que el domingo jugaba fuera de casa. Lo único bueno de que silbara casi todo el estadio cuando saltó al campo es que en el inconsciente colectivo todos pensábamos: «Verás: ¿a que marca?». Touché. La Ley de Mestalla es una variante de la de Murphy: si pones verde a un jugador, marcará la diferencia a los pocos minutos. Y como necesitábamos un gol sí o sí y Feghouli tiene esa potra, ya que no nos dejan bajar al césped a empujarla, soplamos todos juntos. Yo creo que, en el fondo, la masa social lo sabemos y, aparte de mostrar un descontento, vemos a ver si de esa forma espoleamos el amor propio de ese jugador. No es nada personal: aquí hemos silbado a muchos. Parejo, Banega, Tino, Mendieta al principio, Angulo, Arroyo... hasta a Fernando. Si el jugador se repone y supera ese momento difícil, dure lo que dure, y responde con entrega y sin un mal gesto, al final es leyenda y se marcha como el César, en olor de santidad y en loor de multitudes. ¡Ah! Y acaba en cartel del ´Mestalla Forever Tour´. No falla. Lo hemos visto muchas veces. Son tantos años...

Futuro€

Esta semana me pilló en Madrid la portada de SUPER del jueves con la foto del proyecto de estadio. La vi en la cuenta de tuitter @superdeporte_es y me quedé tan ´empanao´ que cuando reaccioné me había pasado dos paradas de metro de mi destino. Bonito. ¡Yo, que viví mi juventud alrededor de Mestalla! ¡Que veía el césped antes de la remodelación desde mi cuarto! ¡Que vi a Tomás en un entrenamiento chutar a gol y que la pelota se fuera por una de las bocas de las gradas hasta la calle! ¡Que sufrí las grúas y el polvo que dejó el proyecto inacabado que sufrimos! ¡Que me crié jugando al fútbol y usando de portería las antiguas puertas pintadas de verde! Veo esas fotos y me digo: «¡Vamoooos! ¿Where is the money? ¿¿Where is the moneyyyy??».

...y Presente

Pero mientras llega propongo que, al igual que se han cambiado en Mestalla los asientos cual programa de MTV Tuning, se eche también una mano de chapa a la estructura, por si acaso se nos retrasa el proyecto un par de lustritos. Que si «un sistema de cubierta», que si «agua en la parte superior», que si un «panel de sándwich aislante» (sic)...Eeeh... a ver: mola. Pero mientras, este año no ha llegado (aún) la gota fría, pero va a llover. Y cuando cae, los asientos que estamos bajo las gradas ´nuevas´ sufrimos filtraciones. No, no son goteras: son riadas. Las vigas de la estructura superior hacen de acequia, y nos ponemos finos mandarinos. En concreto, en Sillas Gol Norte Alto (y me imagino que en otros puntos también) nos cae el contenido íntegro del refresco que al patán de arriba (que suele ser de la hinchada contraria) se le cae al suelo. La bebida traspasa literalmente el suelo, y nos cae a los de abajo hasta la última gota. Vamos: que el «agua en la parte superior» nos moja a los de la «parte inferior», y se nos empapa el «sandwich». Aviso, por aquello de que lo que va per davant, va per davant. A ver qué se le ocurre al Fenwick. Porfa.