La bandera ajedrezada puso fin en Interlagos a una temporada que ha acabado haciéndose larga a base del constante dominio de Sebastian Vettel. No sabemos si el alemán contaba, hace nueve meses cuando empezó el campeonato, con suficiente espacio en sus vitrinas para colocar tanto trofeo. Termina este año batiendo récords casi imposibles de imaginar allá por el mes de marzo, como sus trece victorias, nueve de ellas consecutivas.

Fernando Alonso logró en Brasil despedirse de la afición con un podio que no hace olvidar la amargura de haber perdido toda opción al título tras el cambio en los neumáticos de Pirelli, justo antes del parón veraniego. A nadie debe quedarle duda de cuál es la parte del binomio piloto-equipo que ha fallado. Y ya es la cuarta vez consecutiva. Andrea Stella se lo decía a Fernado por radio, cuando el sábado falló en una de las curvas: «No creo que nunca, nunca, tengas que decirnos lo siento».

Seb puede pasarse todo el invierno sacando brillo a la plata de sus copas, otros -los diseñadores e ingenieros de los equipos rivales- se estrujarán las neuronas para evitar que el alemán vuelva a rebozarse en éxitos en 2014. La dificultad del reto se eleva un nivel con los motores turbo de seis cilindros y los nuevos sistemas de recuperación de energía. A pesar de todo ello, de nuevo parece que la aerodinámica, esa rama de la ciencia física que solo Newey parece domesticar, volverá a estar en primer plano. En Renault admiten que han sacrificado parte del diseño de su nuevo propulsor para adaptarlo a las caprichosas formas curvas que Newey dibuja con sus lápices. En Ferrari ya dispondrán, por fin, de su túnel de viento. Incluso algunos rumores, de esos que trae y lleva el viento, se atreven a volver a ponerle a Ross Brawn una camisa de Ferrari.

Faltan ciento doce días para comenzar la temporada de 2014 y a algunos se les hará corto. En particular a la mitad de la parrilla que siguen a fecha de hoy sin tener volante confirmado y para los que el tiempo no corre a su favor. El resto esperaremos con ganas que las luces del semáforo se apaguen en Melbourne.