Como seguramente ya saben los lectores, el presidente de la Federación Italiana de Fútbol, Carlo Tavecchio, que fue elegido el 11 de agosto pasado, tuvo unas declaraciones, enmarcadas dentro de su ´campaña electoral´- y ciertamente poco afortunadas-, ha sido sancionado por la UEFA, por entender que eran claramente racistas.

Veamos los hechos. Tavecchio manifestó, cuando se le preguntaba sobre la inmigración en el fútbol, que «los problemas de acogida son una cosa y los deportivos otros. En Inglaterra se individualizan los casos y si las personas que llegan son profesionales se les hace jugar pero en Italia digamos que Opti Pobà (un nombre inventado por él para ese caso) que antes comía plátanos, hoy es titular en la Lazio...».

Lo que, sin duda, quería decir el entonces candidato es que se daban muchas más facilidades en Italia para que los jugadores extranjeros se inscriban que en Inglaterra. El problema es cómo se dice y en las palabras del ahora máximo mandatario subyacía un claro racismo, porque no solo se refería a un jugador africano sino que, además, le asociaba con un «comedor de plátanos». Podía haber elegido un cazador de elefantes, que hubiera sido mucho más elegante o un corredor del altiplano keniata, pero se decidió por la figura más primariamente racista.

Un político del deporte, que es lo que los dirigentes son, al fin y al cabo, debe saber mantener su lengua atada o, al menos, saber cómo manejarla. El problema es que si los máximos miembros directores de los organismos tienen esa facilidad para enviar mensajes racistas, ¿cómo vamos a evitarlo de los jugadores y, no digamos, de ciertos aficionados?

El Signore Tavecchio fue, no obstante su diatriba, elegido con un poco más del 63 por cien de los votos, lo que indica que su lenguaraz mención a los plátanos no fue tenida en cuenta por los electores italianos, lo que me anima a decir que el racismo, real o anclado en la mente, no es tenido en consideración a la hora de nombrar a los que representan al fútbol. Y no quiero entrar en lo que ello significa, también, cuando hablamos de políticos ´reales´ y sus meteduras de pata, presuntos delitos, etc...pero esa es otra cuestión.

Aquí, lo que importa es que, elegido casi bajo palio, la Federación Italiana no tuvo a bien abrir expediente a su presidente (ni antes de las elecciones, lo que podría haber supuesto su derrota...) y lo dejó estar. Pero, la UEFA y concretamente su Comité de Control, Ética y Disciplinario, le abrió ese expediente y le ha condenado hace unos días a seis meses de sanción a nivel europeo. Parece mucho, pero no lo es: no se le priva de ser presidente de la Federación Italiana ni de todo lo que ello conlleva, sino que solo le va a impedir estar presente el 24 de mayo de 2015 en el Congreso de la UEFA y a no presentarse durante ese tiempo a ningún cargo continental...Eso es casi un pequeño tirón de orejas y nada más. Por cierto, la FIFA nada ha dicho y ni un expediente le ha abierto.

Contrasta esa mínima sanción, que si bien parece mucho no lo es en la práctica, con las que la UEFA acostumbra a hacer, como la de hace unos días al imponer 40.000 euros de multa al Partizan de Belgrado y al cierre de una parte de su campo (en concreto un sector con 1.200 asientos, lo que significa un buen pellizco de dinero que no se ingresa) en el próximo partido de la Europa League. El incidente ocurrió en un partido de esa competición contra el Tottenham Hotspurs, conocido club londinense que, históricamente, tiene como parte de sus seguidores a los residentes judíos. Una pancarta indicando ´only jews and pussies´, que identificaba a los aficionados del Tottenham como solo judíos y niñitas, fue el detonante de la sanción. Me parece mucho más grave la aseveración, aun jocosa pero no menos evidente, de Tavecchio y sin embargo su sanción se me antoja menor.

¿Por qué no haberle tocado el bolsillo, con una multa económica? Esas son las que más hacen daño, aparte de las de no dejar jugar, en el caso de un futbolista. ¿Por qué no se intentó por la UEFA que la Federación Italiana abriera expediente? Ya sé que no es posible jurídicamente pero si se podrían haber influido políticamente para ello, porque está muy bien hablar del racismo y de hacer campañas pero si uno de los que manda envía señales claras de que, en su fuero interno anida un racista aunque no lo ´demuestre´ después en su vida cotidiana, si late obviamente con las palabras que empleó.

Creo que es más fácil sancionar a un jugador (Suárez por ejemplo, pero no por el mordisco, sino por sus palabras racistas contra Evra, ocho partidos o a Terry, cuatro por lo mismo contra Ferdinand, entonces incluso compañero suyo, aunque ambos por la Federación Inglesa, ¿más concienciada?) o a un equipo (el Partizan, pero también el Ludogorets hace un mes, al que se le cerró un tercio casi del estadio pero que, en apelación logró una reducción a un ´pedacito´ del mismo).

Y no hablemos de la NBA, de la que se puede uno quejar por otros motivos pero no por éste que obligó (imaginemos esto en Europa, un imposible...) legalmente al dueño de Los Angeles Clippers a vender su franquicia, pero antes a multarle con dos millones y medio de dólares y a inhabilitarlo ¡de por vida! por unos comentarios racistas no más fuertes que los de Tavecchio...

Si hay una firme voluntad de parar ese pensamiento racista, no son buenas señales darle un pescozón a uno de los máximos dirigentes europeos, el presidente de la Federación Italiana, cuando se merecería más, no solo por lo declarado sino, y sobre todo, como ejemplo (ya que si de algo sirve el sistema disciplinario, es por ser ejemplarizante o intentarlo al menos) porque, ¿cómo exigir desde el poder si ese poder no cumple? (y no hablo de nuestros gobernantes, pero como decían Tip y Coll, la próxima vez, «hablaremos del Gobierno...»).