Sin duda han sido los dos nombres de la última semana de julio en esta pretemporada. El jugador estrella de la temporada anterior y el que debía haberlo sido. El que quiere -o ha querido- irse y el que no quiere ni oir hablar de moverse. El que desencantó a la afición por su actitud, y el que lo hizo por su bajo rendimiento. El que no tiene un sustituto claro y el que perdió el sitio ante la efectividad de un joven delantero de la casa.

Vidas tan antagónicas en algunos aspectos, como paralelas en otros.

Otamendi se presentó el lunes en Paterna y se puso a entrenar como si nada hubiera ocurrido. Como si el Big Bang producido por su representante al día siguiente de acabar la liga y el posterior refrendo de dicha actitud por parte del central desde la concentración de la selección argentina no hubieran existido jamás.

Cualquier profesional tiene el derecho a querer mejorar, pero dicho derecho va unido a la obligación de ser respetuoso con quienes han sido gentiles y educados con él. La estrategia de querer forzar una salida a cualquier precio decepcionando a la afición que le idolatró sin tener un equipo dispuesto a pagar su clásusula es -hasta el momento- un error de principiante que ha conducido al argentino a un callejón sin salida.

Había muchas maneras de intentar un cambio de aires, pero para ello se podía haber evitado el incendio y hacía falta un destino claro.

Ante dicha tesitura, la gran pregunta es: ¿si el jugador finalmente no sale hay que perdonar la afrenta pasada y mirar hacia adelante como si nada hubiera ocurrido?

Miren, yo soy partidario de utilizar a uno de los mejores centrales que existen actualmente en el mercado. Pero también soy consciente del pernicioso mensaje que pudiera calar en el vestuario «si eres bueno, todo vale y todo se perdona». Trabajo tiene Nuno...

La otra estrella

En el otro lado, Álvaro Negredo. La bomba -aunque sigo manteniendo que Nuno no se refería al vallecano en aquella famosa rueda de prensa-, va camino de una explosión incontrolada.

Aunque se negara la temporada pasada que su relación con el entrenador era, como poco, complicada y que se valoró buscarle una salida, la realidad es la que es.

Ni un minuto en el amistoso de Alzira -ni calentó siquiera-. La relación jugador-entrenador es complicada. Acabó muy deteriorada la campaña anterior y no parece haber mejorado en el inicio de esta.

Y sé que lo fácil sería cargar contra la figura de Nuno por impopular tras ganar la batalla ante Salvo y Rufete, pero tengo la impresión de que el Tiburón debe asumir que más allá de aspectos externos que en nada le ayudaron la temporada pasada, debe cambiar el chip.

Debe olvidar su supuesto ´status´, debe interiorizar que Alcácer está a día de hoy muy por encima de él y que Rodrigo está por delante para el entrenador -que es el que manda, nos guste o no. Con esa base se podría reconducir un relación complicada a día de hoy.

Al final -tanto con Otamendi como con Negredo- todo pasa por reconducir dos casos en los que el beneficiado debe ser el grupo.