Un Valencia voluntarioso pero irregular consiguió sobrevivir en un escenario que no pintaba demasiado bien a la vista de su reciente ejecutoria. Un triunfo gestado en un primer tiempo aceptable y muy sufrido en un segundo en el que se le apagaron las luces y se limitó a defenderse. Tres puntos que vuelven a situarlo en el mapa del pase a octavos, que deben ser la base para crecer y que pueden resultar letales para el Olympique, que llegaba con dudas a este encuentro y se fue de él con bastantes papeletas para despedirse de la Champions.

Duelo equilibrado

No hubo grandes diferencias entre Valencia y Olympique. Si acaso, y por poner una nota optimista, se puede señalar la superioridad visitante en la zona de creación. Pero sólo en el primer acto. Parejo, en su mejor actuación de un tiempo a esta parte, y Pérez, hasta que le aguantó el cuerpo, se impusieron con claridad a sus oponentes. El Valencia llegó arriba con cierta facilidad. Tanta como su falta de pericia a la hora de aprovechar las ocasiones de gol que generó. Estuvo muy activo Piatti, que sirve de ejemplo de lo anterior. Entregado y trabajador, ejecuta bien el trazo grueso. Pero su falta de calidad en los metros finales hace que desbarate cualquier resto de finura en su fútbol. En cuanto se enfrenta a una situación límite, sus piernas se convierten en flan. Se quedó sólo ante el portero en una ocasión inmejorable. Mandó la pelota al muñeco. Tuvo otras el Valencia. Hasta dos de Abdennour tras sendos saques de esquina y una más de Feghouli que, como Piatti, necesita Dios y ayuda para ver portería. El problema es que a esa superioridad en la zona ancha y al aceptable caudal de ocasiones generadas hay que objetar la concesión de otras casi tantas oportunidades del rival, que se topó hasta dos veces con el palo. Ejercicios defensivos más que mejorables para uno y otro conjunto y delanteros con un déficit de calidad en la definición lo mismo para locales que para visitantes. El gol llegó en una acción de pillería de Negredo, que sacó con presteza una falta para que corriera Piatti en solitario, su territorio, y pudiera servir sin oposición, por fortuna, a Feghouli quien, desde la frontal y en la típica acción que se ensaya en los entrenamientos para fusilar al portero, no falló y embocó como debía. Milagro en Gerland. Se acercaba el fin de la primera parte y el inicio del sufrimiento para la parroquia valencianista. Dos acciones en tiempo de descuento bien pudieron poner tablas en el marcador y anunciaron lo que se avecinaba.

Todos atrás

El segundo tiempo comenzó con una buena parada de Doménech. Bajo palos es un auténtico gato. Tuvo que volver a intervenir en los minutos finales con otro par de buenas intervenciones. Entre medias, lo único que hubo fue un Lyon volcado sobre la portería visitante y un visitante encerrado atrás e incapaz de hilvanar una sola jugada que viniera a contrarrestar el asedio. Los intentos de contraataque, que bien ejecutados podían haber aprovechado el desmelene local, acababan siempre en una mala decisión de uno o de otro, pero normalmente de los atacantes anoche de naranja. No dieron una a derechas. Ayudaron, eso sí, a un ejercicio defensivo que no estuvo del todo mal, por bien que el rival pusiera bastante de su parte con su manifiesta incompetencia. Jaume no pasó demasiados apuros. Apenas Valbuena mostró la calidad que se supone a un histórico de Francia que frecuentaba no hace tanto la zona noble de Europa. Los Lacazette y compañía son mucho más ruido que nueces y mucho van a tener que mejorar si quieren dar algo de guerra en el grupo.

Los nombres

En lo positivo, nos quedamos con Santos. Tuvo un despiste que pudo costar caro, pero suplió muy bien a Abdennour, que hasta su lesión también estuvo acertado. Con Santos, sin embargo, la defensa ganó en aplomo. Se situó bien y su envergadura intimida al rival. Resultará interesante verlo con mayor asiduidad...si su entrenador nos deja, algo que a fecha de hoy no puede asegurar ni él mismo. En el otro lado, otra vez, Negredo. Es posible que exista una ciencia futbolística, la misma que le hace decir que «en cuanto encajen las piezas se va a hinchar a marcar goles», que entienda como brillantes ejercicios tan insignificantes como el suyo de ayer. Pero sólo debe estar al alcance de los elegidos. El resto vemos a una sombra de lo que fue. Lo cambiaron por Rodrigo, que tocó siete balones y perdió ocho. Dura pugna por ver quién lo hace peor, volvemos a repetir. De manera que al valencianismo no le queda otra que dormir a pierna suelta, hinchados los poros de alegría por ganar fuera de casa y en Champions en estas condiciones. Y seguir cruzando los dedos.