Volver después de dos victorias. Esa es la cuestión. Te veo abrazándote a Nuno y besuqueando en las mejillas a Lay Hoon Chan en tres, dos, uno...Eres un resultadista. No te escondas. Te conozco bien. El enfermo presenta una mejoría respecto a los últimos fiascos pero garantizar que ha vuelto es hacer una lectura muy ligera basada en el marcador y tú eres un tipo más profundo. Tan profundo como tu piscina -realmente una balsa de patos- de Pedralvilla.

El equipo está en la senda de volver a conocerse. No se reconoce todavía. El inicio de la Liga ha sido desconcertante y cruel para los sentidos. Nuno me tiene loco. Está cambiado respecto al del curso pasado excepto en sus ruedas de prensa, donde sigue siendo el mismo... No para de mover muebles. Algo busca. Quizás una identidad, pese a que la temporada pasada la consiguió. Frente al Granada no aprecié ninguna mejoría excepto en la alineación, que, pese a que estaba condicionada por la bajas de Gayà y André Gomes, no chirriaba como la de Cornellà o la que puso frente al Betis. Ganó, sí, pero el juego pedía a gritos una reforma.

Cosas

Entonces llegó el partido de Gerland y después de la salida en tromba del Olympique, el equipo se asentó. Y le vi cosas de la temporada pasada. Tenía las cosas claras. Pensé que, efectivamente, por fin, había vuelto el murciélago. Funcionaba la pelota parada y Abdennour remataba como Otamendi la estrategia; Piatti y Feghouli recibían, salían rápidos y encontraban receptores; Parejo daba salida de balón; Fuego, equilibrio, y Enzo Pérez, a un nivel superior al de la temporada pasada, rendía. Hasta Jaume volaba como Diego Alves y era fundamental. Excepto en alguna dificultad para sujetar la punta que integraban el dinámico Kalulu -jugadorazo- y Lacazzete, el equipo se sujetaba bien sobre la pradera de Lyon.

Muy atrás

Pero, ¡ay!, llegó la segunda parte. Y el equipo se echó atrás, muy atrás. Cómo en Mónaco. Lo mismo. Y la distancia a recorrer hasta la portería del león francés era demasiado larga. Negredo, muy pesado durante el partido, pedía a gritos el cambio y salió€ Rodrigo. Parejo volvía a jugar lento, Piatti se equivocaba en las contras. Sólo mantenía el tipo Feghouli. Y Jaume, claro, que fue un gigante. Como en El Molinón. Brutal la exhibición de reflejos del gato. Dos caras. Un Valencia. Pero una mejoría.

Después de cazar al león francés, toca safari en San Mamés. Para garantizar que ha vuelto la versión del mejor Valencia de la campaña pasada toca cazar otro león.