Me gustó el Valencia. Jugó un partido completo ante un rival complicado. El Olympique de Lyon no es un recién llegado a la categoría y sabía su posición de ventaja en la tabla. Un resultado favorable a los locales hubiera dejado el grupo prácticamente decidido en tan solo un par de jornadas. Pero no fue así. El Valencia regresó a sus orígines y por primera vez desde que comenzó el campeonato -y por campeonato entiendan Liga y Liga de Campeones- hizo las cosas como todos esperamos. Jugó una primera parte con ganas y buscando la portería rival y en la reanudación se encerró con orden en retaguardia. Un buen Valencia, un Valencia conocido -sólo el portero Jaume y el lesionado Abdennour eran nuevos-, se llevó los tres puntos en litigio y dejó esta competición prácticamente sentenciada. Solo una debacle evitaría pasar a la siguiente fase.

El empate

No les engaño si les aseguro que yo me daba por contento con el empate. Y lo hacía por un doble motivo. En primer lugar ese empate era sinónimo de haber conseguido sacar una igualada en casa de uno de los rivales más fuertes y ese mismo empate hubiera supuesto para un desangelado Valencia ir poco a poco encontrando su sitio en esta competición de exigencias. Pero no fue así. De pronto, como si llamaran despacio a la puerta, apareció un buen Valencia y se las tuvo tiesas con el Olympique durante toda la primera parte. Fue un poder a poder inagotable. Partidos de acciones rápidas y varios palos en ambas porterías. Y eso sirvió para que el Valencia, por primera vez desde que comenzó la temporada, demostrara que no ha venido a pasearse.

El agobio

Y sí, tal como estaba previsto, tras el descanso llegó el agobio del conjunto local. Hubo de todo un poco en ese momento, un Olympique de Lyon desmelenado en busca del empate y un Valencia muy ordenado en defensa que echaba en falta un poco de ayuda en sus jugadores de vanguardia. Ni Negredo, pese al gol de la victoria que llegó tras un rápido saque suyo, ni Rodrigo prestaron ese auxilio que requería el Valencia tras el descanso. Y por ahí el Valencia pasó apuros para mantener esa ventaja en el marcador. Asedio total de los franceses y una seguridad absoluta en la porteria blanquinegra. Jaume Domènech volvió a demostrar que está en este equipo para misiones más importantes y sacó dos balones casi imposibles en los minutos finales.

Y Valverde

Esto del fútbol nunca ofrece calma ni relajación. Ahora, hoy mismo, Europa ya es pasado y lo que toca es pensar en el partido contra el Athletic de nuestro ´amigo´ Ernesto Valverde. Y sí, en esas visitas a Bilbao todo es posible. Ahora bien, si Nuno pone en juego un equipo parecido al que vimos el pasado martes en Lyon yo me apunto a un resultado positivo. Ese Valencia, ese Valencia que hizo su trabajo en Champions con seriedad y rigor, es el que debemos ver en la Liga. Yo a ese Valencia sí me lo creo. Y estoy seguro que los hombres de Valverde lo tienen en cuenta. Partido duro y competido el que aguarda. Ahora, eso sí, ideal para un equipo creciente.