Hay situaciones que trascienden nuestro ámbito más cercano. Hay vivencias que te superan, porque por más que creas estar curado de espanto y que eres lo suficientemente frío como para aguantar las toneladas de mierda que ofrece el día a día, siempre acaba sucediendo algo que te rompe los esquemas.

Nos hemos acostumbrado a casi todo. A los millones de parados, a que los políticos nos hayan dejado el país como un solar riéndose en nuestra cara, a que nos roben también los bancos, a la precariedad laboral general —poco trabajo y sueldos de mierda—. Pero aún con todo eso, tiramos para adelante. La condición humana tiene una asombrosa capacidad de adaptación a las condiciones del entorno.

Pero aún siempre hay situaciones que te superan. Y cuando una vivencia te supera no te cabrea —como las anteriormente descritas—, te provoca miedo.

Vivir situaciones angustiosas del calibre de las vividas por Mustafi en la última semana no debe ser un trago fácil de digerir.

Seas quien seas, haberte encontrado en el epicentro de la masacre en París sabiéndote una parte del objetivo fallido de los asesinos es una experiencia que te deja —en mayor o menor medida— marcado. Intentar volver a la normalidad es casi imposible, pero si encima cuando vas a intentarlo suspenden el partido que ibas a jugar con tu selección cuatro días después, la sensación de indefensión y de no encontrarle sentido a nada debe ser bastante descorazonadora.

«Mustafi pasó miedo». Así de claro y contundente se mostró ayer Nuno en rueda de prensa al ser preguntado por su futbolista. Y se agradece que no fuera con rodeos ni eufemismos. La cosa es tan seria que no cabe especulación. La gravedad de los hechos no deja lugar a mirar hacia otro lado y hacer como si no hubiera pasado nada. Es por eso que sería muy bonito que Mestalla —que, pese a clichés interesados, es una de las aficiones más fieles y entregadas del mundo— se ponga esta noche en pie para ovacionar a Mustafi en el minuto cinco de partido, el de su dorsal.

Para Mustafi no deben de haber sido días fáciles, no tengan duda. Por eso, ese aplauso debe simbolizar una muestra de paz, de apoyo a todos los ‘Mustafis’ que han pasado miedo en algún momento de estos últimos días, de solidaridad con cualquiera al que haya afectado de una manera u otra todo lo que está pasando. Y a la vez, ese aplauso debe ser una muestra de repulsa a cualquier alimaña que cobijada bajo una excusa cualquiera —la religión, el idioma, una porción de territorio, una bandera— esgrime una excusa para quitarle la vida a un semejante.

Por todo ello os pido que esta noche hagamos sentir a Mustafi como merece sentirse cualquier persona de bien, apreciado y querido.

Si no es mucho pedir, ya sabéis: aplaudid a rabiar en el minuto 5 del partido de hoy ante Las Palmas. #ovaciónaMustafienel5.

Lea más opiniones de colaboradores, aquí