Ya lo decía yo: los parones son fatales. Estábamos on fire tras el partidazo en Vigo y... ¡zas!, la primera en la frente. Partidito correoso y vilipendioso el de los de Nuno, a quien Mestalla se le está empezando a volcar boca abajo. No es que no dé con la tecla, ¡es que no hay piano! Y mira que la cosa empezó bien. Pero no hay nada peor que ser tu propio enemigo. Y si la indolencia te posee y conviertes el deporte en un pasacalles, no hay rival pequeño. La clave es la actitud, pero oiga, eso también se entrena. Para colmo de males, y en consonancia con el carácter revulsivo de este equipo al que le pasan siempre estas cosas, el empate lo firmó Viera, nuestro niño proscrito. Y fue Jaume, alias Doctor Octopus, quien tuvo que hacer de las suyas con sus seis tentáculos para evitar el desastre. Una vez más, por cierto, y van? desde el día que se estrenó. Lo dice hasta Ryan.

Toque... canario

Y eso que había motivos para soñar. Tras la debacle del Madrid en el Bernabéu, si ganábamos nos poníamos a tres puntos de los merengues. Pensándolo fríamente, y tras la temporada mediocre que nos estamos marcando, al final habríamos podido llegar al parón navideño con un adelantamiento a los madridistas por el arcén derecho por arte de birlibirloque. Pero no. Eran luces de bohemia. No sólo no se planteó esa posibilidad en serio el equipo, sino que los canarios desplegaron el fútbol de toque y técnica que ya querríamos para nosotros. Porque tienen un estilo claro, porque se asocian genialmente y porque practican un fútbol moderno. Nada de ello se puede decir de los blanquinegres. A este paso nos quedaremos a mitad rasa de la tabla, tirando hacia abajo, y lo peor es que se veía venir desde agosto. ¿Solución? Hacer ganchillo.

Esperar

No hay más remedio que esperar. Esperar el batacazo que se ve venir desde Arizona. Esperar a caer en Europa, o en Copa, o en ambas, y quedarte con un páramo de Liga ante ti. Si eso sucede, y ojalá me equivoque, no habrá sentido a la filosofía del estoico aguante. Y eso que Nuno tiene los mejores números de un entrenador del Valencia en la cifra de cincuenta partidos, eso sí, por detrás de Benítez, claro. Pero las rentas del año pasado tienen mucho que ver. Y sobre todo, el problema no es caer, sino la forma. El anti-fútbol no es la mejor manera de transformar pitos en aplausos. Los jugadores que han hablado tras el partido (Feghouli o Parejo, verbigracia) han compartido la decepción y han manifestado que no han estado a la altura y que no han merecido nada. ¡Qué ambientazo!

Zenit

Para colmo de males, este martes jugamos a las 18 horas en San Petersburgo. Llama la atención que, tras jugar en Gante hace unos miércoles, el Valencia jugó el siguiente sábado en primer turno, en Balaídos. No el domingo ni el sábado a última hora, no. Y ahora que vamos hacia el frío a jugar a media tarde, en lugar de jugar a primera hora, nos han colocado el partido previo en la noche del sábado al domingo, lo que sin duda afecta al descanso y cambio de chip de los jugadores, así como a su recuperación. No he oído a nadie quejarse de ello, al modo que daba la brasa Mourinho cada vez que el calendario le tocaba las narices. Si esto le pasa al Madrid o al Barça el pollo está montado y los medios de Madrid rechinarían hasta rallar las mentes pensantes que organizan las teles.

Cena

Aquí no se queja nadie, o al menos no se oye el eco. No sé qué importancia le dan en Singapur a esta estrategia, pero a mí me parece que ahí fuera, donde se cuecen las habas, nos toman por los tontos del bote. El partido de Rusia es esencial, porque de ahí depende la temporada. Y es curioso tener que ir a Rusia a jugar a la ruleta rusa. Ese es el deporte que practica el Valencia CF: cada partido es una ruleta, subimos y bajamos, como la montaña rusa. El martes aspiro a cenar ensaladilla rusa o filetes rusos, pero por nada del mundo me apetece comerme una empanada gallega, que es lo que nos estamos cenando en Mestalla cada dos por tres. Y ya repite.

Zen

Cuando uno ve que Rafa Benítez está pasando las de San Amaro también en otros lares dan ganas de cambiar los cromos y traérnoslo acá. Y eso que segundas partes nunca fueron buenas. Pero al menos sabríamos que todo obedece a un plan. Sin embargo, más que nunca ahora hay que mantenerse serenos. Unidos. Tranquilos. Relajados. Modo zen. ¡Ahummmm! ¡Ahummmm! Respirar hondo. Dejar fluir. Eso, nosotros. Los jugadores, a salir al campo y a correr. ¡Correr como locos, sudar, morder, arañar, marcar como sea, con la uña o con el ojo! A falta de táctica, sólo nos quedan huevos. Ya hablaremos de la estética otro día. No juguemos a la ruleta rusa en Rusia, porque si no el turrón se hará duro. Más de lo que ya está. Y odio que sobre turrón. En realidad, odio el turrón.

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