Se atribuye a Eugenio D’Ors la famosa frase «los experimentos con gaseosa, joven», que le soltó a un camarero en el momento en que, al abrir una botella de champán torpemente, derramó sobre la chaqueta del escritor y filósofo parte del líquido elemento. La frase la recogió, si no recuerdo mal, el ministro Corcuera en los noventa a modo de crítica sobre la concesión de permisos a presos, y es achacable en general a cualquier improvisación que no viene a cuento. Ya lo dijo Shakespeare: «Las improvisaciones son mejores cuando se preparan», y mi colega Juan Diego la mejoró, si cabe, cuando tocábamos juntos en los noventa en nuestra banda de música ‘La Fundación’ de falla en pub y tiro porque me toca: «La mejor improvisación está mil veces ensayada». ¡Mil! Por supuesto, en el ámbito teatral, la ‘impro’ es una técnica interpretativa cuyo encanto es que el azar juegue sus cartas. Pero en fútbol eso no vale. En el fútbol, al pan, pan y al vino, vino.

Precedentes

Sólo hay tres formas conocidas de experimentar con riesgos en el fútbol: la primera es que inventes una forma de jugar nueva. Esto pasa, aproximadamente, cada veinte años. El último fue Guardiola (sobre las bases de Aragonés), y el penúltimo fue Sacchi. La segunda es que, en un partido de alta gama, te dé un ataque de entrenador. Pasa cuando pones en el Madrid a Pepe o a Ramos de centrocampistas, o como cuando Clemente (quien cuando habla dice verdades como templos) puso a nueve defensas de titulares en Dublín cuando nos jugábamos ir a USA ‘94, o cuando sacó a Molina de jugador en el año 96. Y la tercera es que, en el colmo de la desesperación, tires a ojo, a ver si hay suerte y suena la flauta. Nuno me tiene en ascuas, porque no sé en cuál de las dos últimas opciones encaja (en la de inventar un nuevo modo de entender el fútbol ya está claro que no). Puede que él sepa lo que hace o puede que no. Lo que está claro es que la mayoría lo desconoce.

Mística

El otro día, en el nuevo morrazo que nos pegamos en Champions, sacó a Rafa Mir de titular. El canterano hizo lo que pudo, que ya es mucho. Y no estuvo mal, dentro del aspecto general de la plantilla, que fue tremebundo. Me alegro mucho por él. Pero si el sentido común indica que a un canterano hay que cuidarlo, mimarlo, sacarlo poco a poco, cuando los partidos están orientados... hacer debutar a un chaval en el partido más importante de la temporada hasta la fecha parece que es dar más palos de ciego que Daredevil con gripe. Y digo parece porque, en mi optimismo subjetivo, pienso que a lo mejor hay un plan, un camino sólo a la vista de los iniciados, un misterio arcano que sólo los auténticos místicos del fútbol pueden entender. Habría sido así si hubiéramos ganado 0-3. Ahí habría pensado: «¡Cuán insondables son los misterios del fútbol, y cuánto me queda por ver aún!». Pero nos dieron p’al pelo. One more time.

Cinco

Y sobre todo, delata el percal la foto del míster en el banquillo con cara de póker, pasando frío, mientras la orquesta tocaba como podía y el barco se hundía. Así, sin cambiar cosas, no había futuro. De ahí que se haya puesto manos a la obra, y ahora la novedad es que contra el Sevilla vamos a plantarnos, al parecer y salvo error u omisión, con cinco medios en el centro del campo. Danilo y Fuego de doble pivote, Parejo pululando arriba, y André y Enzo cayendo a bandas. No digo que sea bueno ni malo. Desde luego, peor de como nos va no va a ser. Pero vaya, si el jueves el equipo tuvo vacaciones y el viernes estamos en estas, tiempo para ensayar, lo que se dice tiempo, no hay. Y el Sevilla de Unai Emery no es lo que se entiende por una perita en dulce. Es un castañazo de rival, deportiva y dialécticamente. Y a Sevilla hay que ir a ganar. Porque detrás del Sevilla viene la copa contra el Barakaldo en Lasesarre, luego el Barça (¡zafarrancho de combate!) y después el Olympique. ¡Sí, amigos! ¿Quién dijo que nos íbamos a aburrir?

Esperanza

Dos días después de la jornada de Champions League en la que el Valencia CF juega en dos campos, se celebrará la junta de accionistas, es decir, el once de diciembre. Ahí sabremos si hay turrón para todos o sobra. Pero hasta ese día, qué quieren que les diga. Mientras hay vida hay esperanza. Quiero creer. Quiero pensar que Nuno sabe lo que se hace. Que es el flautista de Hamelín y que los jugadores van a seguirle a pies juntillas. Que Negredo va a encontrar su senda, que el entrenador va a confiar en él y a sacarle el máximo rendimiento. Que vamos a ganar al Barça y nos vamos a clasificar en Cla Liga de Campeones. Si nadie, absolutamente nadie, cree en esto... mejor pongamos la atención en otros objetivos. Por ejemplo, la tercera división. Ahí, el Atlético Saguntino de mi amigo David Gutiérrez está liderando la clasificación del Grupo 6. ¡Ahí sí que hay igualdad! ¡Ahí sí que es difícil sobrevivir! ¡Ahí sí que hay afición, sudor y lágrimas! Eso es puro fútbol, modesto y sin glamour. Ahí sí que no valen excusas.

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