Parto de la base de comenzar esta opinión desde un moderado optimismo. Los ratitos que vimos contra el Madrid y contra el Granada (con mucho mejor resultado ante los andaluces) hacen albergar la esperanza de que el equipo comience a ganar ya. Y cuando digo ya, digo hoy. No vale otra cosa que no sea traerse los tres puntos de San Sebastián o el equipo no tendrá más remedio que olvidarse en enero de la Champions vía Liga. Especifico vía Liga porque hay dos caminos más hacia Europa como la Copa del Rey y la Europa League. Pero no me quiero ni imaginar reeditar la temporada de Pizzi de hace dos años.

Así que, mientras nos sea posible nos centraremos en la Liga que es lo que te da de comer. Y, como decía al principio, tiro de moderado optimismo para centrarme en dos aspectos que sí han cambiado de manera tangible y evidente: lesiones y delanteros. El drama que estaba siendo el Valencia a nivel físico tiene en su proceso de recuperación tres pilares fundamentales. La decisión de Gary Neville de cambiar el protocolo de no reincorporar futbolistas hasta que no estén recuperados al cien por cien ha acabado por confirmarse como mano de santo. Al contrario que en la anterior etapa en la que se forzaba y se exprimía a los jugadores, Neville acabó constatando que los futbolistas estaban tan al límite que si no volvían a jugar estando al cien por cien, la recaída era segura.

A todo ello hay que sumar el trabajo de Jordi Sorlí. El preparador físico del Valencia va a ser capaz de revertir la devastada condición física del equipo por otra que, al menos, le permita competir. Tamaña heroicidad va a obligar al club a mimarlo bien porque pronto va a despertar el interés de grandes clubes europeos.

La tercera pata del banco es la del cuerpo médico. Dios sabe de qué tamaño hubiera sido el drama de la plantilla de no estar en manos del doctor Juan Albors y todo su equipo. Ahí incluyo a los fisios que han tenido que duplicar y triplicar sesiones diarias y renunciar a días libres para que el desastre no se tornara en un abismo sin retorno.

Y el otro factor tangible es el de cerciorar cómo le ha cambiado la vida a los delanteros. Siete son los partidos desde que Neville se ha hecho cargo de la plantilla. En ellos el Valencia ha visto once veces puerta. Pues bien, de esas once dianas sólo dos no han sido conseguidas por delanteros. La de André en Ipurúa y la de Parejo de penalti ante el Madrid se salen de la directa que por fín han cogido los puntas. Los otros nueve ´chicharros´ se reparten entre 4 para Negredo, 2 para Mina, 2 para Paco y 1 para Rodrigo.

O sea, todo lo contrario a la época anterior, en la que el juego llevaba a que los delanteros se aburrieran más que Spiderman en un ´descampao´.

Van cambiando cosas, y eso es bueno, pero la principal debe cambiar desde hoy. Sumar de tres en tres. Esperemos que esto también varíe sin tardanza.

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