Pocas parejas de baile generan una simbiosis tan potente sobre un terreno de juego como la de un portero con sus centrales. Esta unión de hecho es la base para la seguridad, la confianza, y la fortaleza defensiva de cualquier equipo. Sin embargo, cuando el pasado lunes el delantero de Las Palmas, William José, se coló entre Feddal y Mariño, algo se rompió. La parálisis táctica del zaguero y el guardameta azulgrana derivó en desastre, y la monumental pifia evidenció un divorcio en la retaguardia granota que pide a gritos refuerzos.

Asimismo, el gol que supuso el 3-2 también constató algo más; el anestesiamiento del público del Ciutat de València. Las causas se remontan a aquel funesto Levante-Deportivo. Hasta ese momento, la comunión entre todos los estamentos del levantinismo era absoluta, pero las consecuencias de ese choque fueron devastadoras, con un proceso que derivó en la purga de ídolos caídos, la ausencia de referentes claros sobre el césped y una progresiva merma en la identidad de un proyecto que, desde entonces, ha quedado desdibujado más allá de la gestión de números, cifras, y la suma compulsiva de puntos.

Con el tiempo, se ha evidenciado que la aventura europea ha pasado factura, elevando las exigencias colectivas por encima de las posibilidades de la entidad, orillando la percepción de equipo humilde que aspira a crecer, con paso firme y decidido, pero sin atajos que inevitablemente conducen al desastre. El tránsito hacia la elite nos hizo tocar las estrellas, pero parte de nuestra esencia quedó en el camino. Quizás no estábamos preparados para digerir ese salto.

Hoy la paradoja que carcome a la masa social granota es que con el mayor presupuesto de la historia, se ha configurado una plantilla endeble e incompleta. Si bien la llegada de Rossi invita al optimismo, no es suficiente. Es momento de que las reservas acumuladas por la gestión prudente del club se pongan a disposición de la dirección deportiva. Precisamente ´Il Bambino´ fue de los pocos capaces de levantar el ánimo de la hinchada. Su debut y su sombrero mágico fueron momentos efímeros de éxtasis y jolgorio colectivo.

Los aficionados también tenemos que hacer autocrítica, y reconocer que hemos perdido parte del espíritu combativo y rebelde que nos caracterizaba. El gélido ambiente que invade nuestro estadio sólo se quiebra gracias a la iniciativa de Levante Fans, y al empeño de algunas peñas como Sin Tregua.

Por este motivo, desde la Delegación de Peñas hemos querido aportar nuestro granito de arena, impulsando una campaña de participación a través de las redes sociales para recopilar propuestas entre toda la afición, y de esta manera, tratar de incrementar la animación, recuperando la iniciativa y buscando ideas novedosas entre las bases del levantinismo. El objetivo: que en esta decisiva segunda vuelta, recuperemos esa idiosincrasia insurgente que siempre nos ha caracterizado y que convirtamos el Ciutat en un fortín.