Razones para deportar al Reino Unido al novel Neville había de sobra, sobre todo después del humillante 7-0 de Copa. Y aunque alguno se esconda ahora, en el club eran abrumadora mayoría los que deseaban que Lim accionara el mando a distancia y se llevara a su amigo Gary de vuelta a Manchester. Ocurre que Peter le compró a Gary todos sus argumentos y el inglés le convenció de que sacaría adelante los duelos domésticos frente al Espanyol y al Granada. Lo ha hecho. Tal y como había defendido desde su smartphone.

En medio, ha pausado, incluso, la mediocridad del equipo y se ha llevado la primera eliminatoria europea, cargando contra ella como una gran manada de búfalos y convirtiendo la vuelta en un capítulo de la Patrulla Canina. Contra las cuerdas y lleno de moratones, como un sparring al borde del KO más ridículo en el primer asalto, Gary Neville se ha levantado y pese a que todavía se tambalea, ha cumplido la promesa de reacción que le vendió a su amigo Peter. El fútbol tiene estas cosas. Mereces ganar y pierdes, mereces perder y ganas. Preguntadle a Sandoval, que está en su casa jugando con su eyeliner mientras Neville sigue en Valencia. El jodido fútbol. No tiene corazón.

El juicio final llegará a final de temporada. El demonio del descenso ya ha sido exorcizado. Lo que queda de travesía liguera será un sopor o un calvario, o las dos cosas, similar a lo padecido en Granada. Sólo queda la Europa League. Hubiera entendido la destitución de Neville tras el siete que le hizo el Barça al traje del inglés en aquella noche negra que pasará a la historia de dramas del club. García Pitarch habría asentido. Pero tres técnicos en una temporada es sinónimo de descenso. No me acuses de ventajista, ya lo dije tras la tempestad. Al final la cuestión es que Neville no se tenía que marchar, Neville no tenía que haber venido. No hay más. Cuando —demasiado tarde— se ejecutó a Nuno, Meriton tenía que haber traído otro perfil de técnico con más pelo en el pecho.

Ahora Gary aguantará, mejor pertrechado con el refuerzo de Pako Ayestarán, al que si el equipo mejora prestaciones, mucha gente responsabilizará directamente de esa mejoría, sea mérito suyo, de los Neville Brothers o de la casualidad. Con la decisión de traer a estas alturas a otro colaborador con pasado afortunado en la entidad valencianista, el inglés corría el riesgo de perder méritos si el enfermo abandonaba la UCI inmediatamente. Ese peaje ya lo está pagando. Todo se reduce a Pako. Tampoco seamos injustos. El jodido fútbol, que admite muchas lecturas.

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