El lunes Gary Neville decidió privar a la plantilla de su día libre y obligó a los jugadores a ejercitarse en Paterna. En el planning semanal, antes de la vergüenza de Orriols, estaba dispuesto que los jugadores entrenarían lunes y descansarían martes. Después de observar como la respuesta de su colectivo en el Ciutat rozó lo patético, el inglés, furioso, borró el martes libre del cuadrante de la semana. Fue una reacción natural ante un comportamiento defectuoso en un grupo de profesionales. Entiendo a Neville, esta pauta de conducta no es la primera vez que sucede dentro del grupo aunque esta medida, posiblemente, llegue tarde y ya no sea efectiva.

Claro que a Neville le podría suceder lo mismo ante su inminente viaje para cumplir con su otro trabajo dentro de la Federación Inglesa. El entrenador, pluriempleado, curra para el Valencia y para The Three Lions al mismo tiempo. Apto o no para ejercer como técnico del Valencia y como el segundo de la selección inglesa al mismo tiempo -parece ser que no- la etapa de Neville en Mestalla es un cataclismo. Y su equipo es una broma de mal gusto.

Convendría que Peter Lim desde dónde demonios esté, dejara de tomar café con Mourinho y con Mendes unos segundos y girara el cuello hacía la avenida de Suecia. Que prestara atención a su juguete roto y que empezara a repararlo. Que anulara el viaje de Neville a Inglaterra, simplemente, por una cuestión de imagen. Y que le aconsejara al entrenador que perjudica notablemente a su maltrecha reputación y por extensión a la de Meriton y a la del propio Lim, que se marche ahora cuando sobre el equipo están cayendo las diez plagas de Egipto. Demuestra el técnico poca cintura y poca inteligencia haciendo las maletas, como un colegial que se marcha a esquiar en una semana blanca sin clases, cuando su equipo se arrastra como uno de los peores de la competición, ensuciando permanentemente su escudo.

Al Valencia actual, que tiembla como un mal funambulista en un alambre sobre un precipicio, sólo lo equilibra la Europa League. Si mañana es eliminado, el vestuario se despeñará y los ventiladores del vertedero empezarán a ponerse en marcha. Neville debería comportarse como un capitán de barco en lugar de echar a correr al lado de Roy Hodgson y de la prometedora selección de los tres leones. Renunciar a esta convocatoria sería un gesto sabio. Hodgson lo entendería. Aunque, tal vez, en esa decisión tan frescales se encuentre la respuesta a su futuro. Y es que, probablemente Gary se encuentre tan seguro, que sabe que puede hacer lo que le venga en gana porque cuenta con el plácet de su amigo. ¿Interpretamos que renueva?

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